domingo, 15 de noviembre de 2015

Hay goteras en la casa soberanista catalana



La Assemblea Nanional Catalana (ANC) convocó para hoy una manifestación con el objetivo de exigir a los partidos políticos catalanes –concretamente a Junts pel Sí y la CUP— el desbloqueo del impasse en el que está la presidencia de la Generalitat. La manifestación fue desconvocada a última hora tras el brutal atentado de París. Finalmente se ha fijado para el próximo domingo. Sus objetivos son los mismos.

Ahora bien, ¿se trata de que los convocados den un tirón de orejas a las dos formaciones políticas para que lleguen a un acuerdo? Mucho me temo que hay gato encerrado. No es a la gente de Mas a quien se dirige la ANC sino a la familia cupera. Así lo demuestra la incomodidad de un Oriol Junqueras que ha venido a decir, sobre chispa más o menos, que esa convocatoria es inoportuna, que a la CUP no se la puede presionar desde un movimiento social, siguiendo los rancios mandamientos de la política más viejuna.  

Ahora bien, que sea «inoportuna», o no, es cosa que compite aclarar  al dirigente de Esquerra Republicana. Porque no se entiende bien que, desde un movimiento social, no se pueda presionar al cuadro político. Porque los movimientos sociales tienen su propia lógica y autonomía. Cuestión diferente es si la ANC tiene autonomía o es una prótesis de quien sea. No obstante, sea como fuere, lo que está fuera de duda es que, al menos, ERC no se encuentra a gusto con dicha convocatoria. Sus razones tendrá, digo yo.

Esta situación nos sugiere las siguientes meditaciones. Primero, esta manifestación no se hace contra Madrid, lo que de por sí ya es noticia.  O bien se hace académicamente contra Junts pel Sí  o contra la CUP. Sin embargo, hasta los habitantes de Sinigaglia, famosa por su ingeniosa estrategema borgiana, saben que la cosa no va contra las franquicias de Artur Mas.  Segundo, la manifestación –y eso es lo que ha olido  Junqueras--  explicita el contraste en el interior de la política soberanista y de ella con la calle soberanista. Y es que, aunque pueda taparse la olla, la procesión va por dentro. Más todavía, la exhibición de fuerza que pretende hacer la ANC pone al descubierto su subalternidad a Junts pel Sí y, crípticamente, a Convergència. Que es lo que percibe un avisado Junqueras. De manera que «il bel inganno de Sinigaglia» ha apuntado también contra ERC; y si ese no es el caso, al menos se trata de un error de libro de los de ANC, que se han comportado como párvulo o como una obediente fiel infantería.   


Pronto es todavía para saber si se resquebrajan algunas costuras del soberanismo, pero lo cierto es que algunos de sus estrategas no están en plena forma. 

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