Homenaje a Antonio Pizzinato (en la foto a mano derecha)
Se cuenta que en cierta ocasión James Joyce dijo a sus amigos de tertulia: «Ya que no podemos cambiar el país cambiemos de conversación». Lo que no sabemos es si el autor del Ulises estaba desesperanzado o en ese momento procuraba ser realista. Un servidor no seguirá el consejo, y para lo que le queda en el convento quiere seguir en el intento. Así es que vamos a seguir hablando de las cosas catalanas, con la aproximada intención de desvelar algunos asuntos sobre los que, hasta la presente, apenas –dispensen la presunción-- se ha dicho algo con cara y ojos.
Hasta hace bien poco tiempo ha
existido un reparto de funciones entre Convergència Democràtica de Catalunya y Esquerra Republicana. No ha sido, desde luego,
un reparto pacífico, porque siempre –disputándose un buen trozo del
pastel-- se han mirado con el rabillo
del ojo. ¿En qué consistía el reparto de funciones nunca explicitado, aunque
visiblemente manifiesto? Los de ERC iban imponiendo el rumbo de la Política con
mayúsculas, sea esto lo que fuere, disfrazados de oposición para no infundir
sospechas; los herederos de Jordi
Pujol, CDC, a su vez, gestionaban
la intendencia y administración de las cosas. Los primeros gobernaban la
metafísica; los segundos tocaban pelo. Mas y los suyos iban asumiendo, con no
poca perplejidad de sus notables, el
libreto con la parola scenica que iba
indicando Junqueras. Este, por lo general, callaba y, más aún, votaba
favorablemente en el Parlament la indigesta xamfaina
que se servía desde CDC.
Hasta que llegó el momentum. O sea, la microdiscontinuidad
que representó la CUP. En el resultado de las recientes elecciones catalanas el
éxito, solo en escaños, de JPS tuvo dos inconvenientes: 1) que no bastaba el
número de diputados de la coalición electoral Junts pel Sí para gestionar la metafísica, según
los cánones de Mas y Junqueras; y 2) la aparición de la CUP como un doble
incordio, vale decir, para el neoliberalismo de CDC en su administración de las
cosas y para ERC que ve disputado su intento de hegemonía de la metafísica.
Estas novedades van a influir lo
suyo en la nueva legislatura catalana durante el tiempo que dure. A riesgo de
equivocarme aventuro la siguiente hipótesis: tendremos una ristra de leyes que
serán impugnadas o suprimidas por el Tribunal Constitucional, un extraño
calcorreo del coro del coro al caño y del caño al coro.
1 comentario:
Sin duda, plena razón en quien hegemoniza la metafísica pero no hay que olvidar que está sirviendo para tapar la física, que no es más que la aplicación de uno de los neoliberalismos más agresivos de los aplicados en el planeta.
Quizás va siendo hora de no aceptar como dogma que CUP y ERC son izquierda, especialmente esta última, a al que se le perdonó muy rápida que encumbrara a Pujol, y de aquellas lluvias estos lodos.
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