sábado, 11 de abril de 2015

Cuando la izquierda se disfraza de noviembre



Estamos asistiendo a una chocante anomalía:  centenares de candidaturas electorales –tal vez miles— se agrupan en siglas de nombres genéricos que al igual que las botellas de coñac del famoso Romance  lorquiano se disfrazan de Noviembre para no infundir sospechas. Y más chocante todavía es que las formaciones  políticas A o B –pongan ustedes los nombres de ellas--  se acogen a la hospitalidad de un nombre en una ciudad determinada y en otros lugares se engloban bajo otro paraguas completamente distinto. Podría tratarse de versatilidad si no fuera el caso de que todo depende, al parecer, de cabildeos o juegos de campanario. Comoquiera que sea, una hipótesis de  tanto cambio de vestimenta podría estar en la debilidad o fragilidad políticas de tales formaciones políticas. No hace falta ser un lince para sospechar que el riesgo de desvertebración de todas y cada una de estas izquierdas versátiles podría estar cantado. Más todavía, que el proyecto político de ellas acabaría siendo un zurcido de retales diversos. Con lo que el actual cantonalismo político se convertiría en una patología sistémica y, tal vez, de la desaparición de los realquilados de la arena pública.  

Naturalmente el derecho a la supervivencia pasa a un primer lugar. Porque si me disfrazo de noviembre es que soy consciente –aunque no lo reconozca--  de que mi marca ha ido perdiendo progresivamente consenso en la ciudadanía, de que tengo un considerable déficit de credibilidad. Así pues, lo urgente es sacar el paraguas y ensayar una serie de operaciones –muy diversas y, posiblemente algunas de ellas, contradictorias entre sí-- con la idea de aguantar lo mejor posible el chaparrón de los próximos comicios.  Pero esta urgencia podría tener un sesgo nuevo, a saber, estar realquilado coyunturalmente en otra casa acabaría siendo una opción definitiva. Lo que puede ser un riesgo o no, pero que en todo caso la izquierda versátil  debería tener en cuenta.  En resumidas cuentas, ¿los partidos de izquierda que están realquilados en esas coaliciones piensan que, así las cosas, se trata de una manera de aguantar el tipo o intuyen que es por ahí por dónde deben ir sus nuevos itinerarios?

Me imagino que no habrá una respuesta definitiva hasta ver en qué queda todo el proceso electoral de este año y el de las generales de 2016.  De manera que habrá que esperar unos cuantos meses para ver qué evolución toma el asunto.  


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