Pere Navarro, primer secretario de los socialistas
catalanes, ha planteado la necesidad de un “frente común” contra la reforma
laboral. Buena idea, ¡voto a bríos! Ahora bien, a mi edad es comprensible ser
un tanto pejiguera. La cuestión es que, de hecho, ya existe un frente común contra la reforma laboral. El
conjunto de los sindicatos confederales y sectoriales junto a un amplio abanico
de movimientos sociales y algunas fuerzas políticas de izquierda está en la
plaza pública contestando enérgicamente la llamada contra reforma laboral o, si
se prefiere, la reforma contralaboral. De
ahí que en puridad de cascarrabias piense que hubiera sido más objetivo que
Pere Navarro hubiera dicho: “nos incorporamos al frente común”. Pero no hagan demasiado
caso de mis observaciones que sólo significan un desahogo personal que poco
aporta al estado del arte. Aquí y ahora lo importante es que existan más
vectores en la relación de fuerzas. Y lo que añadan los socialistas catalanes
no es irrelevante.
Digamos las cosas con claridad: el frente común que
existe en la actualidad necesita más voces en esa pugna sostenida contra la
reforma laboral y los socialistas catalanes también necesitan estar en esa
batalla. Lo necesitan para que su imagen de oposición aparezca con nitidez. También
porque estando en la plaza pública –al menos como hipótesis-- pueden aprehender lo que siente una buena
parte de la ciudadanía. De manera que, al menos un servidor, no tiene
inconveniente en darles una saludable bienvenida.
Una buena señal sería que el Partit dels Socialistas
de Catalunya estuviera dispuesto a un proyecto de acción sociopolítica junto a
quienes la han combatido desde los inicios. Esto es, una especie de declaración de intenciones consensuado por todos. Naturalmente tendría más
eficacia si fuera a nivel de toda España.
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