La frontal oposición al
diluvio termidoriano en España tendrá otra expresión puntual el próximo domingo
en la plaza pública y en el proceso
constituyente que podría sucederle. No será sólo una cuestión del necesario
coraje cívico sino muy especialmente de inteligencia colectiva: la de sumar
voluntades en ese itinerario, conseguir co-aligados (compartiendo el paradigma de
esa lucha y sus objetivos) e incorporar a ese proceso a quienes han estado
hasta la presente en ese estado de servidumbre
voluntaria. Parafraseando al clásico:
los pocos que imponen la contra reforma laboral –y el conjunto de medidas que
le son afines— sólo tienen el poder que otros le dan.
Ya ha adivinado el lector
que el clásico es Étienne
de La Boétie. Es el autor, como es bien sabido, de una obra, Discurso de la
servidumbre voluntaria: un texto que, en expresión de Claude
Lefort es “comparable a los de los grandes escritores del
Renacimiento, en particular a los de Maquiavelo” (1). Voy a intentar convencer
a los amplios grupos dirigentes del sindicalismo confederal, también a todos sus amigos,
conocidos y saludados de la necesidad de estudiar a fondo el famoso Discurso de La Boétie. Empezaré por lo baladí:
se trata de un texto corto y para que no os cueste un duro os pasaré la
referencia de Internet, aunque haríais bien en comprarlo; la edición de Trotta
está agotada, así que hay que pedirla a la Editorial Tecnos
(2).
La
razón de fondo de mi sugerencia es la que viene a continuación. Las últimas
movilizaciones han sido, sin lugar a dudas, muy importantes. Hasta tal punto
han tenido un considerable espesor que una parte del discurso gubernamental ha
cambiado: ya no se dice que dicha reforma creará empleo sino que impedirá que
se pierdan puestos de trabajo. Han sido importantes, afirmo nuevamente. Pero –diciendo
las cosas con claridad-- todavía no han
estado a la altura de la gravedad de esas medidas; todavía quedan no pocas
ciudades y pueblos, alejados de las grandes capitales, que no expresan
adecuadamente la repulsa que merece esa contra reforma. ¿Se trata solamente de
cuestiones organizativas o, más bien, de otra cosa? Pues bien, una parte adicional
de la explicación –parcial, por supuesto--
podría estar en el texto de La Boétie.
En lo que el autor califica como servidumbre voluntaria. Una
obra que, durante un tiempo, debería estar en la mesita de noche de los
sindicalistas y, ¿por qué no?, a lado de las almohadas de los grupos dirigentes
de las izquierdas españolas. Me apuesto lo que sea que más de uno me dará la
razón.
(1) Claude Lefort en el Epílogo de la obra que
comentamos (Editorial Trotta, 2008)
(2) Discurso
de la servidumbre voluntaria (Etienne de La Boétie)
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