martes, 7 de febrero de 2012

MÁS TODAVÍA SOBRE EL "DESPRESTIGIO" SINDICAL


Ternura paternal. Mi amigo y su hijita. 



A propósito del artículo que publicamos Manel García Biel y un servidor hace unos días acerca del “desprestigio” de los sindicatos, algunos comentaristas han afirmado que los datos que dábamos (esto es, los resultados de las elecciones sindicales) no lo expican todo. A ese todo, por mi parte, no hay objeción. Pero quienes así argumentan no añaden nada más, con lo que la opinión responde sólo a impresiones. Ahora bien, es posible que si tales resultados demostrasen un fiasco sindical serían tenidos en cuenta. En ese sentido, los datos serían convincentes. Lo que, en el primer caso, sería algo más que una picardía argumental.

A los datos hay que recurrir para lo bueno y para lo peor. Es lo que nos enseñaron en tiempos antiguos: el análisis concreto de la situación concreta. Por ejemplo, cuando mi sindicato (o cualquier otro) sufre un revés electoral en un centro de trabajo hay que convenir que, allí mismito, se había producido un desprestigio a la altura aproximada del nivel de su derrota. Si, por el contrario, la cosa es al revés, ¿habrá que afirmar que también está desprestigiado?  ¿Qué forma de razonar es esa?

Por otra parte, es sabido que los comicios electorales se celebran en un periodo de tiempo alargado. Es decir, de manera itinerante. Pues bien, ¿qué vínculo, que no imaginario, habría entre el mentado desprestigio y los resultados itinerantes de las elecciones sindicales? Porque, a decir verdad, el razonamiento lógico tiene sus “servidumbres”? Uno de ellos es, por ejemplo, encontrar como defectuoso el siguiente razonamiento: era de noche y, sin embargo, llovía. O, lo que es lo mismo: los trabajadores votan masivamente al sindicalismo confederal y, sin embargo, están desprestigiados.

Se dice que otro baremo, que no tuvimos en cuenta García Biel y un servidor son los bajos niveles de afiliación sindical. Lo que es, en efecto, una gran verdad. Pero ello no impide que pongamos sobre la mesa lo siguiente: es verdad, hay una afiliación a todas luces insuficiente. Pero el caso es que la afiliación se incrementa, que no desciende. Si descendiera habría que pensar, claro que sí, en sus motivos: uno de los cuales podría ser, en ese caso, el real o imaginario desprestigio sindical. Pero, como se ha dicho, los datos van en otra dirección. ¿Qué por qué hay una afiliación insuficiente? A mi juicio, porque el comité de empresa es el sujeto principal de la acción colectiva en el centro de trabajo, cosa que impide objetivamente  que el sindicato incremente substancialmente los niveles de adhesión directa al sindicato en tanto que sindicato. Pero esto es harina de otro costal.

Por supuesto, en una discusión de cualquier calibre (también en esta acerca del desprestigio sindical que afirman algunos) tienen cabida las impresiones, pero no cuentan con  la fuerza de los datos, especialmente cuando se disponen de ellos. Yo, sin ir más lejos, no me pondría en manos de un galeno que me dijera, sin más, que tiene la impresión de que lo mío no es apendicitis (cosa que, por cierto, me ocurrió); y, sin embargo, al día siguiente me ingresaron en el Hospital con un ataque de apendicitis que casi la palmo. Allí me la quitaron, pero antes el equipo médico (el doctor Pérez y la doctora Cuadrado), observó los datos, los datos, los datos, los datos. Y también los datos.      




No hay comentarios: