domingo, 26 de febrero de 2012

EL CORRALITO ESPAÑOL: UNA POCILGA BANCARIA



He visto varios reportajes sobre el problema de las participaciones preferentes en el programa televisivo de Josep Cuní en la televisión barcelonesa Tv8. Hablando con amigos, conocidos y saludados –entre otros, el eminente pozo de conocimientos que es don Lluis Casas— me he podido hacer una composición de lugar de lo que podríamos denominar, con no poca aproximación, el particular (por su estiércol) corralito español. Los afectados, según el periodista catalán, superan el millón y medio de personas en toda España que no pueden acceder a sus ahorros. Vayamos por partes.

Desde 2009 las entidades bancarias españolas emitieron las llamadas participaciones preferentes: unos valores bursátiles muy inestables y sin garantía con el objetivo de ampliar el capital propio.  Pues bien, para colocar el producto, cuyas ventajas eran francamente escasas, recurrieron a las redes de confianza, a saber, las conocencias personales entre el personal de las entidades y la clientela del barrio de cada ciudad.  Se trataba de convencer a la gente cándida (especialmente jubilados) de la ventaja que ofrecía el hecho de depositar sus modestos ahorros en una serie de inversiones arriesgadas ocultando su naturaleza.

Con la crisis económica, las preferentes –ligadas directa o indirectamente  a la economía del ladrillo— perdieron hasta la mitad de su valor. Por cierto, los dictámenes de la Unión Europea obligaron a la banca a deshacerse de este producto, que fue cualificado como “activo tóxico”. Después de la prohibición de comercializarlo entre los pequeños ahorradores, las entidades bancarias se han apresurado, rápidas como centellas, a desprenderse de ellas. La Caixa, que ostenta el record en toda Española, con 4.898 millones de euros invertidos en preferentes, anunció el pasado diciembre su reconversión en otros productos financieros que apenas se diferenciaban de los originarios. Las otras entidades hicieron tres cuartos de lo mismo. Cuando los afectados quisieron retirar sus ahorros vieron que sus dineros se han evaporado en esa nebulosa magmática de los mercados de valores. Lo que les fue vendido como depósito se había convertido --así, sin más— en un producto bursátil permanente, perpetuo: si hay beneficios, el banco te da los intereses, pero no te retorna la cantidad inicial.

Como es natural hubo una avalancha de quejas y denuncias cuando se destapó el melón, digo, el fraude: cincuenta y dos entidades bancarias, especialmente las de alto copete, estaban implicadas, y por ello fueron denunciadas, por comercialización indebida de esta inmundicia de las participaciones preferentes.  Vale la pena decir que la Comisión Nacional del Mercado de Valores, organismo encargado de regular el sector financiero, se ha llamado Andana (es decir, ha mirado hacia otro sitio) hasta noviembre del año pasado cuando todo el estropicio estaba consumado.

Mientras tanto, más de un millón de personas no pueden sacar los dineros que son suyos. ¿Alguien se preocupa de esto?

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