viernes, 20 de septiembre de 2013

EL INCOREGIBLE PAPA FRANCISCO

El Papa Francisco ni se va por las ramas ni anda con chiquitas. Su lenguaje es directo, alejado de lo eufemístico y, como su compatriota Messi, va directo a la portería. Sin embargo, lo importante es el contenido del discurso de este cura. Las novedades de la doxa de este caballero las pusimos de manifiesto, en una primera apoximación, Gabriel Jaraba (de profesión religiosa anglicana) y un servidor en dos entradas en este mismo blog (1). En tales escritos reflexionábamos sobre lo dicho y las posibles líneas de tendencia que podrían abrir. Entiendo que lo hicimos arriesgadamente y libres de los prejuicios de algunos amigos nuestros que, tan sensata como razonablemente, esperaban ver hacia dónde se orientaba el nuevo Papa. Hicimos bien todos: Jaraba y yo mismo no podíamos abstraernos del desafío que lanzaba el cura; nuestros amigos (especialmente los que habían tenido, tiempo atrás, un compromiso de militancia cristiana) diríamos que estaban escarmentados de tantas fugaces apariciones en la Iglesia de figuras que, a las primeras de cambio, giraron en dirección opuesta. La entrevista íntegra del Papa Francisco a La Civiltà Cattolica confirma, primero, que algo se está moviendo en Roma y, segundo, que sería poco sensato minusvalorar su contenido y las líneas tendencias que se desprenden.

Francisco es, no hace falta repetirlo, un hombre de fe. Pero, simultáneamente, enjuicia los problemas del mundo contemporáneo desde una laicidad que significa una discontinuidad en la historia del papado. Y lo hace enfrentándose a una buena porción de prelados de alta mitra y curas de olla de todo el orbe. Lo dicho: a cuerpo juncal y sin los meandros sintácticos de los papas renancentistas, cuyo último exponente ha sido Ratzinger.  Con la misma contundencia de su mentor y cofrade de orden religiosa el cardenal Martini.

Alguien ha insinuado que Francisco hace un ajuste de cuentas a los históricamente competidores de los jesuitas, esto es, al Opus Dei. ¿Y qué si fuera así? Sea como fuere no sería de extrañar que lo que está en juego es hacia dónde se inclina la relación de fuerzas intelectuales: si a las posiciones ultramontanas adversas a la laicidad y al humanismo (sobre todo al humanismo) o hacia el discurso “franciscano”.

El cura Bergoglio ha dicho que «nunca fue de derechas». Me imagino a los políticos de secano con un ataque de ictericia. Los políticos de izquierda deberían responder que  con Francisco hic manebimus optime.  Seguiremos hablando: Jaraba y un servidor constatando que nuestra arriesgada primera reflexión tenía cierto fundamento; nuestros interlocutores tendrían que seguir meditando. Les propongo un encuentro al respecto en el salón de actos del casinillo Joaquín de Fiore, sito en Parapanda (calle Alfonso Comín esquina a la plaza Marcelino Camacho).  




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