martes, 17 de julio de 2012

RESPUESTA A LOS HACHAZOS Y CONGRESOS SINDICALES




Conversación entre Paco Rodríguez de Lecea y un servidor sobre el CAPÍTULO 20. 2 TRABAJO Y CIUDADANÍA


Querido José Luis,
La quiebra del fordismo no ha significado nuestra entrada en la era del fin del trabajo, sino en la era del fin del 'trabajo como era antes'. El mundo del trabajo subalterno y heterodirigido no se encoge, sino al contrario: cada día que pasa es más amplio y diverso. También es más precario, más tramposo, más pirata; un tipo de trabajo que lacera la sociedad y deja llagas duraderas en quienes lo padecen.

Por eso, una tarea de la mayor urgencia para el sindicato y para las fuerzas políticas de la izquierda ha de ser apremiar, proponer y contribuir a una reelaboración a fondo de las leyes, los estatutos, los derechos y las tutelas que afectan a los trabajadores. Adecuar a los nuevos tiempos una panoplia protectora que hace tiempo que ha dejado de ser útil para promover la cohesión social en torno a los valores del trabajo. De hecho, la indefensión cada vez más completa de muchos colectivos de trabajadores está llevando ya, más allá de la destrucción de empleo (del empleo 'emergido', con garantías y derechos estipulados), a una regresión grave en la convivencia. Con las últimas reformas insensatas del mercado de trabajo se está destruyendo algo mucho más importante que un volumen de empleo cuantificable: la base misma en la que se sustenta la sociedad civil.

No bastan, argumenta Trentin, consignas de tono solidario pero que siguen ancladas en la lógica y en los presupuestos del fordismo. Por ejemplo, «trabajar menos para trabajar todos.» La reducción del horario de trabajo merece, en todo caso, argumentaciones de mayor consistencia. Porque ya no estamos en la concepción del trabajo como un fondo abstracto, fungible y mesurable según unos parámetros siempre idénticos. En la era en la que vivimos, tienen una importancia nueva la iniciativa personal, los saberes que cada trabajador puede volcar en su actividad, la calidad del trabajo, la libertad.

Esta realidad sigue en gran medida ignorada por el mundo de la política, incluidas las formaciones de la izquierda, que miran obstinadamente 'hacia otro lado'. La política se ha ensimismado. Se ha replegado, en palabras de Trentin, «hacia unas ingenierías institucionales enrocadas en el estado», y su última preocupación son ahora los problemas de la sociedad civil, sus expresiones asociativas y la reforma y mejora de las formas de representación y participación de los ciudadanos. Lejos de preocuparse por insuflar derechos de ciudadanía al mundo del trabajo, los políticos dejan cómodamente de lado a la 'fábrica' como un coto privado con sus propias reglas, y tienden a ocuparse en ese terreno únicamente de los problemas de la redistribución. Y cada vez más se extiende una actitud autoritaria por la que el estado, a la vista de la insuficiencia de recursos para atender a todas las demandas sociales, prioriza unas (las que entiende como rentables a corto y medio plazo) y condena sin remedio a colectivos cada vez más amplios a la desprotección y a la marginación social.

La traducción hacia el interior del sindicato de la actitud descrita es una tentación siempre presente, que ha de ser rechazada con energía. Si el sindicato centra sus esfuerzos, en particular los de la negociación colectiva, en la redistribución, y prioriza la tutela de los derechos legalmente reconocidos a unos segmentos del mundo asalariado, desconociendo las necesidades de otros sectores de menor tradición o arraigo, o carentes de una tutela jurídica eficaz, acabará por cristalizar la identificación del sindicato con una burocracia que 'barre para casa', y en último término esa situación llevará a su completo descrédito.

El gran objetivo en la etapa que se abre tendría que ser el de elevar los niveles de iniciativa, creatividad y libertad en el trabajo, y reelaborar y mejorar una protección suficiente para el conjunto del mundo asalariado. Sin parcelarlo, sin seleccionar, sin discriminar: es todo el paraguas que ampara al mundo laboral lo que necesita una profunda reconsideración y una reforma a fondo. Lo cual implicará además un esfuerzo sostenido del sindicato junto a otras instancias para impulsar la formación y la capacitación de nuevas generaciones de trabajadores-ciudadanos. Esa sería la clave para superar el bloqueo actual de la democracia.

Puede resultar del todo intrascendente que nos lo digamos el uno al otro, casi en tono de cuchicheo, mientras contemplamos consternados la zahúrda en que se está convirtiendo un país veraniego ensoñado en fastos deportivos. Pero, José Luis, alguien debería hacer algo.

Habla un servidor JLLB

Querido Paco,  vamos a ver cómo salimos de esta primera fase: la del enfrentamiento sin fisuras a ese conjunto de hachazos que el gobierno ha puesto en marcha. No recuerdo un conjunto de movilizaciones tan intermitentes y masivas como las que se están realizando desde hace, por lo menos, un año. Y ya veremos también si el hacha sigue talando árboles o qué. Lo que sí parece necesario es que, en un momento dado, el sindicalismo confederal perfile un camino que, por un lado, sea de respuesta a la motosierra, y, de otro lado, indique qué camino es el más apropiado. Ese momento puede ser el debate precongresual, al menos en lo referente a Comisiones Obreras.

El problema práctico podría ser cómo compatibilizar la respuesta a la motosierra (Toxo está hablando de otra posible convocatoria de huelga general en setiembre) con la necesaria discusión precongresual. En términos técnicos, si es que se me permite hablar de esa manera, o lo uno o lo otro podría resentirse. En términos teóricos, alguien diría que se puede estar en misa y repicando, pero se me escapa de qué manera.

Desde luego, lo prioritario sea la respuesta que, cada vez más, tendría que ser articulada con todo lo que se está moviendo contra las agresiones, que parecen ser el cuento de nunca acabar. Ahora bien, no concibo la manera de organizar (de seguir organizando, quiero decir) la presión social, con el esfuerzo que ello supone, al tiempo que se abre la discusión precongresual. Todavía hay tiempo para despejar la incógnita, pero tal vez no parezca descartado un retraso del congreso confederal. Que conste, esto es un comentario entre tú y yo.

Por otra parte --no quisiera exagerar--  pero percibo que los fastos deportivos están un poco lejos en la retentiva de la gente. Lo que ha puesto a medio país en tensión es la motosierra de los recortes y el obsceno ¡que se jodan!  de esa monja alférez. Paradójicamente esto último no les ha venido excesivamente mal al Partido popular y a los socialistas. De un lado, se entromete en la motosierra de Marianico; y, de otro lado, oscurece la inanidad del discurso de Rubalcaba en el parlamento.  Seguiremos hablando de ello.

Con relación a los planteamientos de Trentin sobre los problemas de la formación, quisiera sugerir un libro a nuestros amigos, conocidos y saludados. Se trata de Il sapere profesionale, competenze, diritti, democrazia (Feltrinelli) que me recomendó el maestro Umberto Romagnoli hace unos años vía Antonio Baylos. Su autor es Saul Meghnagi.

Hasta pronto, JL


3 comentarios:

Migueladas en el Prat dijo...

Querido Lopez Bulla:

Un breve inciso. En un sindicato donde se a eliminado a golpe de expulsión a gran parte de el sector crítico, no afin al que manda. ¿que debate interno se va a generar?¿el si a todo? Hacen falta ideas contrapuestas, propuestas y contrapropuestas, dialogo y acuerdo. Lo que se esta haciendo aqui en Catalunya va a poner dificil que esto suceda ya que se a buscado eliminar a quien no me es afin para asegurar el próximo congreso. A nivel personal te diré que en mi centro de trabajo donde siempre hemos encontrado apoyo y respuestas en CCOO, hace tiempo que nos sentimos cada vez mas solos y olvidados por una dirección de la CONC que desde hace tiempo parece que mira hacia otro lado.

un saludo

Pepe Luis López Bulla dijo...

Estimo que este comentario debería ser firmado personalmente. La libertad de expresión le ampara, y a ello se acoge este blog, que no acostumbra a publicar comentarios, de la índole que sea, sin que, al menos, el editor sepa quién o quienes lo hacen. JLLB

Migueladas en el Prat dijo...

Perdon por no haber firmado mi comentario:

Miguel Angel Mena Mendez trabajador, afiliado a CCOO y delegado en su centro de trabajo