martes, 30 de noviembre de 2021

Se nos fue Almudena, nos queda Luis


 

… y nos quedan también sus libros, su testimonio y toda su biografía. Grande por su tronco familiar, grande por u obra. Este es el mensaje que debemos cultivar, una vez que la hemos llorado. Ahora nos queda Luis, su compañero; ahora quedamos nosotros para seguir ese camino complicado, lleno de espinas y también de claveles, de la transformación del trabajo y de las cosas.

Almudena siempre me fue muy próxima: mi mujer, Roser, era lectora fiel de esta mujer, madrileña por los cuatro costados. Roser murió en el hospital de can Ruti hace unos meses, en su mesita de noche había un almudena, allí se quedó para quien le hiciera falta.  Por eso me emocioné tanto leyendo los escritos de  Lluis Rabell y Paco Rodríguez de Lecea en sus respectivos  blogs. Ahora, mi sentimiento está con Luis García Montero. Conozco de primera mano el dolor de la pérdida de mi compañera, por eso le digo al poeta que sabrá sobreponerse, y que, dentro de un tiempo, la recordará tranquilamente, como es mi caso con Roser. Que algunas mañanas tendrá cuidaíco al levantarse de la cama para no despertarla. Son tres segundos, a mí me pasa con frecuencia, y al final sonrío.

Almudena se nos ha ido. Con el cariño de sus lectores, de sus amigos, conocidos y saludados. Un consuelo muy grande para Luis. También con el odio de la caverna: la mesetaria y la de algunos sectores no irrelevantes del independentismo. Igual que don Benito Pérez Galdós. Las derechas siempre le pusieron como una aljofifa. Que Ayuso y el alcalde de Madrid no hayan dicho ni oxte ni moxte hace más grande todavía a Almudena.

Mientras tanto, desde Parapanda hasta Santa Fe y de Fuente Vaqueros al Realejo le chocamos  granadinamente esos cinco a nuestro Luis García Montero.

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