miércoles, 10 de noviembre de 2021

Una sugerencia a las izquierdas, que no necesariamente debe seguirse


 

Las encuestas –así, en plural--  vienen diciendo de unas semanas a esta parte que la orientación de voto se inclina hacia el Partido Popular.  Más todavía, que con tales números la derecha gobernaría en España. Eso querría decir, en palabras de Paco Rodríguez de Lecea para otros asuntos,  que la «zona de confort» de las izquierdas se va reduciendo.

Lo cierto es que no me lo explico, ni tampoco tengo la picardía de hacerme trampas en el solitario. Porque el balance que puede ofrecer el gobierno de progresista de coalición es razonablemente positivo. Pero tal vez por fas o por nefas, no hay coincidencia entre lo positivo del balance y la percepción que del mismo tiene una gruesa parte del electorado. Esta es una ecuación cuya incógnita todavía no he logrado despejar. Pero, en mi caso –un joven que galopa aceleradamente hacia la estación octogenaria--  es irrelevante que no sepa resolver la ecuación.

Eso sí, lo importante –casi podríamos decir obligatoriamente necesario--  es que los estados mayores de las izquierdas tengan (a) sensores para el buen conocimiento de lo que sucede, (b) saber interpretar los humores de la gente y (c) dar con la tecla adecuada. Porque la zona de confort de la izquierda no tiene ahora el perímetro suficiente para volver a gobernar.

Ya quisiera saber por qué se mueven las encuestas con, ahora, cierta enemistad hacia las izquierdas. Justamente cuando cae un temporal sobre los camaranchones del Partido Popular; justamente cuando la olla de grillos y chicharras de Madrid está en todo su apogeo.

Un consejo, no necesariamente válido: la izquierda debe dejarse de farfolla y pisar calle.   Ustedes dispensen, no doy para más.

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