domingo, 20 de diciembre de 2015

Jarabe de Palo y su famoso “depende”: una crónica de la campaña




Un analista ha escrito que, durante la campaña electoral, se ha producido una «repolitización de masas». Un servidor, sin embargo, ha visto las cosas de una manera más sobria. Yo he notado que se ha producido una relación más directa con la política partidaria en ciertos sectores de la sociedad. El uso del concepto de repolitización me parece un tanto exagerado. Sin embargo, cabe la posibilidad de que yo mismo no haya sabido captar las novedades que, sin duda, se han producido en los últimos quince días.

Entiendo que esa relación más directa se ha notado en los escenarios, abarrotados por lo general, de los actos públicos, en las significativas audiencias televisivas de los debates (o lo que haya sido) entre los respectivos dirigentes de unos u otros partidos. Se diría que no sólo llenan los estados los líderes de los partidos que tradicionalmente gobernaron el país, también lo han hecho los llamados emergentes, y de qué manera. Esta noche sabremos cómo se traduce la prédica en trigo. Como diría Rafael El Gallo ante un circunspecto Ortega y Gasset «aquí hay gente pa tó».

Ahora bien, tanto si se ha producido esa repolitización o una relación más directa con la política partidaria estamos ante un hecho sociológico que, sin duda, será comentado con profusión. Pero en primer lugar nos encontramos ante algo que debe ser estudiado concienzudamente por las diversas formaciones políticas. En primer lugar, por quienes aprietan las espuelas camino de una nueva política. Lo decimos porque pueden caer en la tradicional molicie de, pasadas las elecciones, seguir con la modorra de la vieja política cupular. De que solo la acción política se hace en la Torre del Homenaje de las instituciones. A decir, verdad incluso los emergentes han prometido nuevas formas de participación en la cosa pública.

De las redes sociales poco hay que decir. Han vuelto a ser el patio de vecindones donde el personal se ha comportado como auténticos hoolingans de sus amistades políticas. Nuevamente esa especie zoológica del cibernauta ha vuelto a desaprovechar las oportunidades de las redes para hacer de esa trama el patio hospitalario del insulto al por mayor.

Por lo demás, no me ha sorprendido la nula relación de todos los contendientes con la cuestión europea. Todos ellos se han comportado como los habitantes de la ínsula Barataria, aislada, como si el mundo de la interdependencia fuera un cuento chino o una invención de cuatro indocumentados. Ha sido otra campaña aldeana donde el campanario –y sólo el campanario— era lo único que se ventilaba.


¿Qué ocurrirá mañana? La primera respuesta tiene el celebrado grupo musical Jarabe de Palo: «depende». Pero tras dejar cantado aquello de «¿de qué depende», nos dejaron con la miel en los labios. Precavidos fueron aquellos muchachos.  

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