martes, 26 de mayo de 2015

Elecciones municipales y soberanismo en barbecho

Mi gozo en un pozo –o algo parecido--  es lo que parece que podría haber dicho cualquier alto exponente del soberanismo catalán tras conocer los resultados de las elecciones del domingo pasado.  El mismísimo alcalde de Barcelona (ahora en funciones), Xavier Trias, un sobrevenido soberanista, le dijo al presidente de la Generalitat en la noche electoral, tras conocer los resultados, «Lo siento por ti». Toda una frase que convendría que el maestro Umberto Eco nos ayudara a clarificar. En todo caso, debo reconocer la elegante intervención de Trías en la noche electoral, algo poco corriente en estos pagos.

Convergencia i Unió ha perdido las elecciones en la ciudad de Barcelona frente al hada Ada Colau. Y Esquerra Republicana de Catalunya no ha visto cumplirse las exageradas expectativas que se había autofabricado. Para los efectos que queremos situar, el resto de los datos es motivo de otra reflexión aparte.

Ese compungido «lo siento por ti» es revelador del disparate de vincular las elecciones municipales con el proceso soberanista de Cataluña. En poner todo el énfasis en un proyecto superestructural frente a los enormes problemas, nuevos y viejos, que tiene una ciudad como Barcelona. En resumidas cuentas, el gozo y el pozo son la expresión no sólo del error sino de la obsesión soberanista que había que introducirla con un calzador hasta en la sopa de las municipales; ha sido la expresión de la confusión entre propaganda subvencionada y política real.

Conclusión: las municipales no han sido la reválida de los soberanistas y, por lo tanto, no son el primer acto de ese extraño constructo de las llamadas «elecciones plebiscitarias», un concepto que chirría a todo meter en cualquier proceso electoral democrático.

Es posible que el puente de mando convergente intuyera algo parecido a estos resultados. El mismo Artur Mas dejó dicho en el mitin de clausura de la campaña una cosa tan significativa como esto: «Si Barcelona nos da la espalda no tiraremos adelante. No podemos perderla». Pues así ha sido, caballero: han perdido la joya de la corona. De ahí que un conspicuo publicista del soberanismo haya advertido, ayer en La Vanguardia, que el resultado de Barcelona significa una «complicación y una advertencia». Una complicación para el proyecto y una advertencia si el mundo soberanista no sabe interpretar los datos. Vale la pena afirmar que el mentado periodista deja sin aclarar de qué manera debe interpretarse dicho resultado.

Dicho lo cual, estimo que –aunque tocado--  el soberanismo catalán ahora, aproximadamente en barbecho, seguirá adelante. En política, la rectificación es un bien escaso y tiene poco predicamento. Pues lo que se traza en el cuaderno de derrota, de tanto sobarlo, acaba siendo una virtud teologal.

Permítanme salirme del guión: lo que sí parece obligado es llamar la atención a los socialistas catalanes, porque también estos resultados barceloneses les son una «complicación y una advertencia». No estamos diciendo –no somos nadie para ello--  que se transformen en algo parecido a la formación de Colau. Simplemente algo tan elemental como: observen la relación entre el equipo de esta señora y la ciudadanía, la manera con que se organizado a ras de tierra, el modo de ser. Tengan en cuenta, además, que una gran parte de la ciudadanía le está tomando gustillo al cambio. Por lo demás, no tengan empacho en garantizarle –sin dilaciones como las que ustedes sufren en Andalucía para formar gobierno--  la llave de la ciudad.  



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