Las
fracciones principales madrileñas de Izquierda Unida tienen un acendrado don de
la oportunidad. Justamente en momentos de gran trascendencia (y éstos lo son)
se lían a palos entre ellas siguiendo los usos y costumbres de sus más
aguerridas tradiciones. Quienes participan en tales greñas son gentes que
tienen largos quinquenios de militancia, por ello se supone que saben
perfectamente lo que hacen y, tal vez, están al tanto de las consecuencias de
su ardor guerrero. No cabe, pues, hablar de error sino de opción libremente
escogida: el utensilio no es la palabra razonada, es el denuesto acompañado de
zancadillas mutuas. Es la conocida vía que va desde la bronca hasta la derrota
final. Por supuesto, ninguna de estas banderías desea la derrota de IU,
solamente la derrota de su adversario interno.
La
irrupción de Podemos en la arena política española no es la causa de esta
crisis madrileña. Porque la crisis ya estaba en barbecho desde hace tiempo. En
todo caso, Podemos ha agravado dicha crisis. Con lo que el problema no es
Podemos sino la misma IU madrileña, siempre incómoda consigo mismo. Lo que, en
mi opinión, significa una profunda y endémica crisis de proyecto y liderazgo.
No sólo en la región sino en el grupo dirigente federal que no ha sabido
abordar las cosas de ese secano y convertirlo en regadío. Más todavía, que no
ha sabido tampoco atar corto a los viejos y nuevos galápagos, que rivalizan
entre ellos en la posesión del monopolio de la Vulgata. Unos galápagos que
vienen convirtiendo en una zahúrda a una organización que, tiempo atrás, se las
prometía felices.
¿Hay
posibilidades de rectificar las cosas? No parece que sea posible, porque la
bronca tiene todas las trazas de ser el genoma de tales banderías. Un querido
amigo me pregunta si los contendientes están capacitados para edificar una
«síntesis constructiva». Casi tartajeando le respondo: el problema no es tanto
(aunque también) querer una síntesis sino sobre qué bases hay que construirla,
sobre qué posiciones políticas, en torno a qué referentes. Y mucho me temo que
de todo ello –o parte de ello-- están en
abundante precariedad. Al parecer, ni siquiera en las previsiones de los
mentados está eso de salvar los muebles.
Lamento muy
de veras lo que ocurre en Izquierda Unida de Madrid. Porque, en vez de
intimidar a sus adversarios, se intimidan entre ellos mismos. Razón tenía el profesor Juan de Dios Calero con su célebre teorema: «Si logras
conseguir joderte a ti mismo, no cejes en el empeño».
En suma,
Izquierda Unida sufre el complejo de Penélope:
unos tejen laboriosamente, otros lo deshacen con igual tesón.
1 comentario:
Es la Gen de la Izquierda que en el caso de IU es de tipo asesino. Estoy contigo, esto no tiene remedio y Podemos no tiene la culpa. Demasiado complaciente ha sido el votante de IU que lo ha hecho sin tener en cuenta al gen asesino
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