Homenaje a Paco Trillo
Para lo que deseamos proponer hemos de recurrir a la
voz sabiamente autorizada del profesor Juan-Ramón Capella,
concretamente a su posfacio del libro de Bruno Rizzi
La burocratización del mundo
[Península, 1980]. Afirma Capella: «… la cuestión desempeñada por el saber como
medio de producción por una parte y la del modo en que se halla socialmente
disponible este saber (su privatización) son hoy cuestiones ignoradas en
realidad por el movimiento obrero […] Las clases dominantes se reservan el
acceso a los lugares de cristalización del conocimiento nuevo […] La
importancia del saber, como medio de producción es directamente
proporcional a la complejidad del
proceso productivo». Me permito esta
consideración: hace falta ser un tarugo para no compartir estos planteamientos.
Incluso añadiré algo más arriesgado: la propia supervivencia del movimiento
organizado de los trabajadores depende de su capacidad para enfrentarse a esta
temática. Por eso, en La parábola del sindicato he insistido en la cuestión de los
saberes (1).
Esta entradilla viene a cuento: sé de buena tinta que un grupo de
juristas progresistas está preparando un texto de nuevo Estatuto de los
trabajadores para ser presentado en la próxima legislatura. Respondería a la
promesa, que ya comentamos en su día, de Pedro Sánchez de borrar del mapa todo
el paquete de las últimas reformas laborales. Es una idea que ya saludamos en
su día.
La propuesta concreta que hago --y envío por este medio a la comisión redactora-- iría en la orientación de la famosa ley
de las 150 ore per il diritto allo studio para los
representantes de los trabajadores, aunque no centrada en la formación
profesional sino en la vinculación entre saberes y procesos productivos y de
servicios en el ecocentro de trabajo. Nos basamos en lo siguiente: conocimiento
y saber hacer son elementos fundantes del valor del trabajo. Por lo que, tras
ese derecho, podría producirse un salto de cualidad, esto es, la gradual
transformación de los saberes empíricos de los trabajadores en saberes
científicos. Naturalmente, se estaría en mejores condiciones para intentar
evitar nuevas desigualdades y nuevas jerarquías entre los que detentan los
saberes y los que no los tienen, además de proceder a un proyecto de
humanización del trabajo.
En resumidas cuentas, lo que se está proponiendo es el engarce entre
conocimiento y trabajo, que diría Bruno Trentin que ha sido reconocido por todos, no sólo
por los suyos, como el padre de la ley de las 150 horas. Un Trentin, que
recordaba continuamente a Bruno Ugolini y a Iginio Ariemma, que era de lo que estaba más orgulloso en
su vida.
(1)
http://lopezbulla.blogspot.com.es/2014/09/la-parabola-del-sindicato.html
Radio Parapanda.-- LA PUTA Y LA RAMONETA
Radio Parapanda.-- LA PUTA Y LA RAMONETA
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