martes, 14 de enero de 2014

y 2) ¿CUÁNDO SE JODIÓ LA IZQUIERDA, ZAVALITA? Segunda parte



Nota aclaratoria. Esta es la segunda entrega de ¿Cuándo se jodió la izquierda, Zavalita? Primera parte en: http://lopezbulla.blogspot.com.es/2014/01/cuando-se-jodio-la-izquierda-zavalita.html


Segundo tranco.-- Con todo, la opción por las vías nacionales (repito: separadas del contexto mundial) tampoco significaron que la izquierda captara, ya se ha dicho en la primera parte, los grandes cambios y transformaciones que se estaban operando. Digamos que la izquierda siempre ha ido ostentosamente a remolque de tales mutaciones.  De estas se ha hablado abundantemente a lo largo y ancho en la literatura política y ensayística de Bruno Trentin, especialmente en su obra canónica La ciudad del trabajo: izquierda y crisis del fordismo (2). 

He escrito en otras ocasiones que, paradójicamente, la crisis de la izquierda tiene algo que ver con el desarrollo del Estado de bienestar. Intentaré ser menos esquemático que en otras ocasiones a la hora de argumentar esta cuestión.

El desarrollo de la significativa conquista del Estado de bienestar –debo aclarar que me parece más correcta la expresión Estado social, pero como no es cosa de despistar al lector continuaré utilizando la nomenclatura española— provocó, de un lado, un cambio en la relación entre economía y Estado, entre el escenario económico-social y la esfera político-estatal; y, de otra parte, una relación diferente a la tradicional entre la izquierda y los sujetos sociales.

En el primer caso, los principales campos donde intervenía el Estado de bienestar desarrollaban sus competencias sosteniendo el nivel de la demanda y la asignación directa de «valores de uso», que se deducían del intercambio mercantil en el vasto escenario de la reproducción social. Todo ello a través de la intervención nacional e internacional de la política monetaria y las políticas de incentivación cuantitativa y de subvención a las empresas, la creación de nuevas formas de instituciones públicas que se iban habilitando para intervenir en la economía y en la sociedad, la puesta en marcha de leyes y disposiciones normativas. Y, naturalmente, la irrupción en ese nuevo escenario de nuevas prerrogativas del sindicalismo confederal.  En ese nuevo contexto, y dadas estas novedades, el Derecho laboral y los operadores jurídicos, acusaron de la misma forma dichos cambios. Este nuevo estadio, sin embargo, no concitó reflexión en la izquierda política; no motivó sacar conclusiones políticas  de la mutación ocurrida entre el escenario económico y social y la esfera político-estatal. Entonces, ayuna la izquierda de esa reflexión y debate teórico-político, se fue deslizando hacia las operaciones de gestión de «lo existente». Todo quedó reducido a mera contabilidad. De ahí que, cuando el potente mensaje neoliberal irrumpió en el campo de operaciones, la izquierda estaba ocupada en que cuadraran los números. Más adelante recuperaremos esta cuestión.

Y mientras se iba consolidando el proceso de «tecnocratización» de la izquierda con relación al Estado de bienestar que, a su vez, se veía zarandeado por nuevas demandas de la sociedad, se va produciendo una novedad en el sindicalismo confederal: su intervención propia en estos terrenos (la vivienda, las enseñanzas, la salud y el conjunto de medidas de protección social) que tradicionalmente habían estado en manos de los partidos políticos, y en lo que a estas reflexiones compete, a la izquierda, que todavía operaba como si el territorio del Estado del bienestar fuera de su exclusiva responsabilidad y, peor aun, que el sindicalismo fuera la chica de los recados del partido, cualquiera que fuera éste. Se iba consumando un elemento de gran relevancia: los partidos dejaban de ser los únicos titulares de la subjetividad política, aunque sin reconocerlo ni por supuesto sacar conclusiones de ello.  Soy del parecer que ahí está la base de los frecuentes desencuentros entre «política» y «sindicalismo», de los que se ha hablado en otras ocasiones. 

En ese contexto se produce una aceleración de los cambios, es el proceso de innovación-reestructuración de los aparatos productivos y de servicios que tiene como pilar la reorganización del centro de trabajo tanto en sus aspectos tecnológicos y de organización del  como en los métodos de gestión del management. Por otra parte, se acelera y agiganta el proceso de globalización e interdependencia.  Las izquierdas políticas (es de ellas de quienes estamos hablando) siguen teniendo como única referencia el coto del Estado nacional. Pero, sobre todo, adolecen de algo que resultará fatal: de un lado, la gestión (sólo contable) de lo existente les llevará a no sacar conclusiones de cómo abordar la  insuficiencia de instrumentos y recursos frente a las nuevas demandas de viejos y nuevos colectivos al Estado de bienestar. Es lo que parece insinuar Maslow: a un esquema de funcionamiento según el cual toda cota alcanzada en la satisfacción de necesidades actualiza una nueva categoría cualitativa de aspiraciones (3). Pues bien, casi balbuceando me atrevo a establecer esta hipótesis: la izquierda no podía ver la insinuación de Maslow por dos razones. Una, consideraba que los institutos del Estado de bienestar y sus características esenciales (por ejemplo, los sistemas de financiación de tan importante edificio) estaban ya definitivamente dada; dos, y, además, como una variable independiente de los cambios estructurales que iban apareciendo en la escena. Esto es, la gran mutación, que no ha dejado de parar, como resultado de unas innovaciones sin precedentes de los instrumentos financieros, en el campo de las telecomunicaciones (la informática y la telemática), en las estructuras del mercado, … Por primera vez en la historia hay un mercado mundial que opera día a día las veinticuatro horas contando con una información a tiempo real en todo el mundo.

Sin embargo, fue el neoliberalismo político –en estrecha alianza con el mundo académico, que le era favorable--  quien captó las novedades. Y, retorciendo las insinuaciones de Maslow, tomó carrerilla. Forzó la máquina y propuso la sobada teoría de la «ingobernabilidad» de las democracias. Puso el piñón fijo --primero en sus conventículos y posteriormente a tumba abierta— con un potente mensaje, cuyas implicaciones prácticas eran, grosso modo: hay que trasladar las gigantescas finanzas públicas de los sistemas de protección social al mundo de los negocios privados; hay que eliminar gradualmente los controles y poderes (ya convertidos en derechos democráticos) que los agentes sociales detentan en el Estado de bienestar, porque son una interferencia para proceder a luna nueva acumulación capitalista global. Es lo que se desprende con toda claridad de las palabras de Huttington: «: el causantes de la crisis no es el trabajo asalariado sino los acuerdos institucionales de la democracia de masas del Estado de bienestar. Es una consecuencia del proceso político democrático» (29).

Más todavía,  por ello “el pacto welfariano ha sido dejado sin efectos por la oligarquía, tras la derrota sin paliativos de la izquierda, el triunfo del neoliberalismo y la instauración del capitalismo popular”, como ha dicho en repetidas ocasiones Miquel A. Falguera i Baró. Por ello, así mismo, la desforestación del Estado de bienestar debe ir aparejada a la democracia de las élites.   

Este es, pues, el temporal que nos azota con mayor dureza desde 2008. Y, a decir verdad, todavía no sabemos qué va a ocurrir con el Arca de Noé. 

Séame perdonado el atrevimiento: entiendo que en el debate entre Fausto Bertinotti y Riccardo Terzi (en el libro La discorde amicizia) sobre el origen de la «crisis de la izquierda» han faltado estos detalles de infraestructura

En resumidas cuentas, Zavalita puede responder a la inquietante pregunta de cuándo, con perdón, se jodió la izquierda. Pero un servidor entiende que su respuesta debería ir acompañada de que esa jodienda es sobre todo un proceso, al que la izquierda debe dar un principio de respuesta.   

Punto (casi) final.--  Es legítimo preguntar cómo se sale de esta situación. En mi caso respondería para qué tengo que esforzarme si puede hacerlo un amigo querido. Su respuesta está en “Trabajo y ciudadanía”, la respuesta se encuentra en   http://capaspre.blogspot.com.es/2012/07/20-trabajo-y-ciudadania.html


Notas

(2) El lector tiene cumplida información en el original italiano La città del lavoro, sinistra i crisi del fordismo (Feltrinelli, 1997); en la versión francesa La cité du travail, le fordisme et la gauche (Fayard, 2012); y en castellano La ciudad del trabajo, izquierda y crisis del fordismo (Fundación 1º de Mayo, 2012). En formato digital:  http://metiendobulla.blogspot.com.es/       

(3) Citado por Claus Offe en “Partidos políticos y nuevos movimientos sociales”. Editorial Sistema (1988), página 39.


(4) Ibidem. Página 29 

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