Nota aclaratoria. Esta es la segunda entrega de ¿Cuándo se
jodió la izquierda, Zavalita? Primera parte en: http://lopezbulla.blogspot.com.es/2014/01/cuando-se-jodio-la-izquierda-zavalita.html
Segundo tranco.-- Con todo, la opción por las vías
nacionales (repito: separadas del contexto mundial) tampoco significaron que la
izquierda captara, ya se ha dicho en la primera parte, los grandes cambios y
transformaciones que se estaban operando. Digamos que la izquierda siempre ha
ido ostentosamente a remolque de tales mutaciones. De estas se ha hablado abundantemente a lo
largo y ancho en la literatura política y ensayística de Bruno Trentin,
especialmente en su obra canónica La
ciudad del trabajo: izquierda y crisis del fordismo (2).
He escrito en otras ocasiones que, paradójicamente, la
crisis de la izquierda tiene algo que ver con el desarrollo del Estado de
bienestar. Intentaré ser menos esquemático que en otras ocasiones a la hora de
argumentar esta cuestión.
El desarrollo de la significativa conquista del Estado de
bienestar –debo aclarar que me parece más correcta la expresión Estado social,
pero como no es cosa de despistar al lector continuaré utilizando la
nomenclatura española— provocó, de un lado, un cambio en la relación entre
economía y Estado, entre el escenario económico-social y la esfera
político-estatal; y, de otra parte, una relación diferente a la tradicional
entre la izquierda y los sujetos sociales.
En el primer caso, los principales campos donde intervenía
el Estado de bienestar desarrollaban sus competencias sosteniendo el nivel de
la demanda y la asignación directa de «valores de uso», que se deducían del
intercambio mercantil en el vasto escenario de la reproducción social. Todo
ello a través de la intervención nacional e internacional de la política
monetaria y las políticas de incentivación cuantitativa y de subvención a las
empresas, la creación de nuevas formas de instituciones públicas que se iban
habilitando para intervenir en la economía y en la sociedad, la puesta en
marcha de leyes y disposiciones normativas. Y, naturalmente, la irrupción en
ese nuevo escenario de nuevas prerrogativas del sindicalismo confederal. En ese nuevo contexto, y dadas estas
novedades, el Derecho laboral y los operadores jurídicos, acusaron de la misma
forma dichos cambios. Este nuevo estadio, sin embargo, no concitó reflexión en
la izquierda política; no motivó sacar conclusiones políticas de la mutación ocurrida entre el escenario
económico y social y la esfera político-estatal. Entonces, ayuna la izquierda
de esa reflexión y debate teórico-político, se fue deslizando hacia las
operaciones de gestión de «lo existente». Todo quedó reducido a mera
contabilidad. De ahí que, cuando el potente mensaje neoliberal irrumpió en el
campo de operaciones, la izquierda estaba ocupada en que cuadraran los números.
Más adelante recuperaremos esta cuestión.
Y mientras se iba consolidando el proceso de
«tecnocratización» de la izquierda con relación al Estado de bienestar que, a
su vez, se veía zarandeado por nuevas
demandas de la sociedad, se va produciendo una novedad en el sindicalismo
confederal: su intervención propia en estos terrenos (la vivienda, las
enseñanzas, la salud y el conjunto de medidas de protección social) que
tradicionalmente habían estado en manos de los partidos políticos, y en lo que
a estas reflexiones compete, a la izquierda, que todavía operaba como si el
territorio del Estado del bienestar fuera de su exclusiva responsabilidad y,
peor aun, que el sindicalismo fuera la chica de los recados del partido,
cualquiera que fuera éste. Se iba consumando un elemento de gran relevancia: los
partidos dejaban de ser los únicos titulares de la subjetividad política,
aunque sin reconocerlo ni por supuesto sacar conclusiones de ello. Soy del parecer que ahí está la base de los
frecuentes desencuentros entre «política» y «sindicalismo», de los que se ha
hablado en otras ocasiones.
En ese contexto se produce una aceleración de los cambios,
es el proceso de innovación-reestructuración de los aparatos productivos y de
servicios que tiene como pilar la reorganización del centro de trabajo tanto en
sus aspectos tecnológicos y de organización del
como en los métodos de gestión del management.
Por otra parte, se acelera y agiganta el proceso de globalización e
interdependencia. Las izquierdas
políticas (es de ellas de quienes estamos hablando) siguen teniendo como única
referencia el coto del Estado nacional. Pero, sobre todo, adolecen de algo que
resultará fatal: de un lado, la gestión (sólo contable) de lo existente les
llevará a no sacar conclusiones de cómo abordar la insuficiencia de instrumentos y recursos
frente a las nuevas demandas de viejos y nuevos colectivos al Estado de
bienestar. Es lo que parece insinuar Maslow: a un esquema de funcionamiento
según el cual toda cota alcanzada en la satisfacción de necesidades actualiza
una nueva categoría cualitativa de aspiraciones (3). Pues bien, casi
balbuceando me atrevo a establecer esta hipótesis: la izquierda no podía ver la
insinuación de Maslow por dos razones. Una, consideraba que los institutos del
Estado de bienestar y sus características esenciales (por ejemplo, los sistemas
de financiación de tan importante edificio) estaban ya definitivamente dada;
dos, y, además, como una variable independiente de los cambios estructurales
que iban apareciendo en la escena. Esto es, la gran mutación, que no ha dejado
de parar, como resultado de unas innovaciones sin precedentes de los
instrumentos financieros, en el campo de las telecomunicaciones (la informática
y la telemática), en las estructuras del mercado, … Por primera vez en la
historia hay un mercado mundial que opera día a día las veinticuatro horas
contando con una información a tiempo real en todo el mundo.
Sin embargo, fue el neoliberalismo político –en estrecha
alianza con el mundo académico, que le era favorable-- quien captó las novedades. Y, retorciendo las
insinuaciones de Maslow, tomó carrerilla. Forzó la máquina y propuso la sobada
teoría de la «ingobernabilidad» de las democracias. Puso el piñón fijo
--primero en sus conventículos y posteriormente a tumba abierta— con un potente
mensaje, cuyas implicaciones prácticas eran, grosso modo: hay que trasladar las
gigantescas finanzas públicas de los sistemas de protección social al mundo de
los negocios privados; hay que eliminar gradualmente los controles y poderes
(ya convertidos en derechos democráticos) que los agentes sociales detentan en
el Estado de bienestar, porque son una interferencia para proceder a luna nueva
acumulación capitalista global. Es lo que se desprende con toda claridad de las
palabras de Huttington: «: el causantes de la crisis no es el trabajo
asalariado sino los acuerdos institucionales de la democracia de masas del
Estado de bienestar. Es una consecuencia del proceso político democrático»
(29).
Más todavía, por
ello “el pacto welfariano ha sido dejado sin efectos por la oligarquía, tras la
derrota sin paliativos de la izquierda, el triunfo del neoliberalismo y la
instauración del capitalismo popular”,
como ha dicho en repetidas ocasiones Miquel A. Falguera i Baró. Por ello, así
mismo, la desforestación del Estado de bienestar debe ir aparejada a la
democracia de las élites.
Este es, pues, el temporal que nos azota con mayor dureza
desde 2008. Y, a decir verdad, todavía no sabemos qué va a ocurrir con el Arca
de Noé.
Séame perdonado el atrevimiento: entiendo que en el debate
entre Fausto Bertinotti y Riccardo Terzi (en el libro La discorde amicizia) sobre el origen de la «crisis de la
izquierda» han faltado estos detalles de
infraestructura.
En resumidas cuentas, Zavalita puede responder a la
inquietante pregunta de cuándo, con perdón, se jodió la izquierda. Pero un
servidor entiende que su respuesta debería ir acompañada de que esa jodienda es
sobre todo un proceso, al que la izquierda debe dar un principio de respuesta.
Punto (casi) final.--
Es legítimo preguntar cómo se sale de esta situación. En mi caso
respondería para qué tengo que esforzarme si puede hacerlo un amigo querido. Su
respuesta está en “Trabajo y ciudadanía”, la respuesta se encuentra en http://capaspre.blogspot.com.es/2012/07/20-trabajo-y-ciudadania.html
Notas
(2) El lector tiene cumplida información en el original
italiano La città del lavoro, sinistra i
crisi del fordismo (Feltrinelli, 1997); en la versión francesa La cité du travail, le fordisme et la gauche
(Fayard, 2012); y en castellano La ciudad
del trabajo, izquierda y crisis del fordismo (Fundación 1º de Mayo, 2012).
En formato digital: http://metiendobulla.blogspot.com.es/
(3) Citado
por Claus Offe en “Partidos políticos y nuevos movimientos sociales”. Editorial
Sistema (1988), página 39.
(4) Ibidem.
Página 29
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