miércoles, 16 de octubre de 2013

LA INDUSTRIA COMO MODELO PRODUCTIVO (Una exclusiva para Metiendo bulla)

Manuel Gómez Acosta
Ingeniero Industrial

Ningún país se ha desarrollado sin industrializarse, ningún país se ha industrializado sin una política industrial activa. Un nuevo modelo productivo debe estar soportado por la innovación como estrategia para la generación de empleo, el incremento de la competitividad y la creación de nuevas oportunidades que faciliten el desarrollo de “filones” de ideas. La competitividad debe ser un factor de progreso que incorpore innovaciones tecnológicas, mejore la organización empresarial, la cadena de valor, los encadenamientos productivos  y permita a los trabajadores participar en la gestión de la producción y en el control de las condiciones de trabajo.

La industria como  factor de crecimiento, de generación de empleo, de estabilidad económica

Cualquier País del mundo debe definir una estrategia de crecimiento y desarrollo. El modelo productivo que asegura ese crecimiento basado en producir más y mejor, y que al mismo tiempo permite un desarrollo equilibrado y sostenible, es el basado en la industria y la innovación tecnológica frente a modelos especulativos que generan crecimientos ficticios e incapaces de garantizar desarrollos sostenibles.

Los países industriales son sin duda los más competitivos, en estos la industria supera en la mayoría de los casos el 20% del PIB. El ejemplo más paradigmático a nivel europeo sería Alemania cuya producción industrial supone el 23% del PIB. En España la producción industrial ha caído del 39% en el 1970 a un 15,9% en la actualidad. La oficina estadística Eurostat, que descuenta la energía dentro de la industria, sitúa el peso industrial de nuestra economía en el 13,3% del PIB , frente a un 18% en Europa´. La Unión Europea ya ha señalado como objetivo que la industria suponga el 20% del PIB en el 2020.

A nivel mundial la industria representa más del 16% del PIB, supone el 70% del comercio global y genera más del 75% del I+D+i en el ámbito privado, en Europa la producción industrial supone el 80% del gasto en I+D+i.

La industria es un elemento desencadenante del crecimiento, cada 1$ USA en valor añadido bruto (VAB) en la industria, genera 1,4$ USA en VAB en otros sectores de la economía. Es un factor de generación de empleo, por cada nuevo puesto de trabajo en la industria se crean entre 2 y 3 empleos en otros sectores, es además un elemento de estabilidad económica, en España la industria es el principal generador de empleo cualificado, el 85% del empleo industrial es fijo y la inversión en I+D+i en la industria supone el 50% del total.

La Política industrial:

La política industrial es un instrumento de planificación estratégica de cualquier economía, que tiene como objetivo el fomento del crecimiento, la generación de empleo y actúa como vector de estabilidad económica. Desde el punto de vista empresarial, la Política industrial aborda  el conjunto de actuaciones públicas específicas dirigidas a fortalecer la competitividad de las empresas.

La política industrial es además un instrumento que hace posible la existencia de actividades y sectores que se consideran necesarios y estratégicos para el crecimiento y desarrollo de un país. En algunos casos desde una concepción más liberal, es también un instrumento de intervención pública que permite corregir fallos o desviaciones del mercado, es decir, es sensible a las señales que éste emite. Tanto mercado como sea posible, tanto Estado como sea necesario”.

Los instrumentos que sustancian la estrategia de política industrial pueden ser de distintos tipos :incentivos fiscales para estimular actuaciones que se consideran deseables, incentivos a la innovación, inversiones en R+D+i, subvenciones y créditos blandos, medidas proteccionistas (aranceles, barreras comerciales no arancelarias, políticas cambiarias…), políticas de compras públicas, participación pública en empresas (coyuntural/permanente), introducción de elementos de regulación y protección a través de la propiedad intelectual


Analicemos muy brevemente diferentes  modelos de política industrial

La mejor política industrial es la que no existe”, este modelo ha sido seguido  en muchas ocasiones por el Gobierno Español en épocas de liberalismo “light” (PSOE)  o ultra liberalismo “heavy” (PP). En Catalunya este modelo se podría definir como “pujolismo industrial”, que supone sustituir la planificación por el “laissez faire” con algunas “correcciones” en forma de subvenciones y facilidades crediticias a las empresas vinculadas al sector de negocios nacionalista, el llamado “patriotismo económico” o “economía patriota”

Otro modelo  de concepción liberal pero no fundamentalista, sugiere limitar la intervención estatal solo como elemento de corrección de los  “fallos de mercado” y en algunos casos potenciar actuaciones “verticales” que se consideran necesarias. A  nivel nacional, serían las que afectan a los sectores de la defensa y las energías limpias (financiar la maduración, la curva de aprendizaje de las tecnologías eficientes desde el punto de vista energético) y a nivel europeo,  las fijadas como “prioridades nacionales “ por la UE, como serían el acelerador de partículas (CERN), el proyecto ITER  de fusión nuclear, la agencia espacial europea (3.500M€ año para I+D espacial), el proyecto Galileo, el GMES (Global Monitoring for Environment and Security)

“Last, but no least”, la concepción de una política industrial que actúe como instrumento de planificación democrática . Lo que en estos últimos tiempos se ha dado en llamar una “nueva política industrial activa” (PIA) como la denomina el economista y profesor de la Universidad  de Harvard, Dani Rodrik. La PIA se considera necesaria para corregir los fallos de mercado en países emergentes, lo que llamaríamos las externalidades informativas (una economía en desarrollo,  necesita diversificar su base productiva para dar un salto cualitativo a través de fondos públicos de capital riesgo dirigidos a apoyar a empresas de ramas de actividad no tradicionales en el país)  y  externalidades de coordinación (para compensar el bajo stock de capital físico, es decir, las infraestructuras).

Actuaciones de Política industrial

Estas  actuaciones pueden  ser de carácter transversal (horizontales) o vertical (sectorial /territorial)

Las actuaciones “horizontales”  definen un marco institucional y de incentivos que favorece la innovación tecnológica y que se guía por criterios de excelencia horizontal, sin discriminar entre sectores ni compañías. Tiene como objetivo  la  mejora de la innovación productiva y el fomento del I+D+i, como vector de arrastre. Financia los mejores proyectos de I+D+i al margen de a qué  sectores pertenecen las empresas, identifica aquellos sectores en los que existen fallos de mercado  e interviene provocando las menores distorsiones posibles en el funcionamiento de la economía productiva

Las actuaciones “verticales”, se diseñan y aplican para la promoción económica de territorios necesitados de impulsos al desarrollo (las ZUR de finales del XX), para la potenciación de sectores concretos o empresas individuales, para la protección de industria naciente, en ocasiones son instrumentos para los llamados “campeones nacionales” y en muchos casos son herramientas de apoyo a sectores que se consideran con  futuro (defensa, cambio climático/renovables, sectores de excelencia tecnológica, estratégicos...)

Una política Industrial moderna y eficaz, ha de dirigirse no solamente a corregir fallos de mercado,  sino debe ser un instrumento de planificación estratégica que fomente la generación de I+D con criterios de excelencia horizontal, la atracción y formación de profesionales, la consolidación de estructuras de concentración geográfica de empresas (“clústers”) que hayan surgido de modo natural, el fortalecimiento del capital riesgo en su fase iniciática (“venture capital“).

Una política industrial moderna y eficaz, debe al mismo tiempo evitar los peligros del dirigismo que podría limitar la competencia y la emergencia de empresas innovadores (“destrucción creativa” /Schumpeter). Habría que tener en cuenta determinados elementos negativos que deberían corregirse, como el que las empresas “elegidas” pueden relajar su tensión competitiva y ser menos eficientes,  la existencia de un elevado grado de discrecionalidad,  la  priorización de  los mismos sectores  y la generación  de un exceso de capacidad. Las ayudas estatales deben estar limitadas tanto en el tiempo  como en cuantía y vinculadas a objetivos muy claros  

Ningún país se ha desarrollado sin industrializarse, ningún país se ha industrializado sin una política industrial activa.


Ejemplos de actuaciones de política industrial

Considero de utilidad el poder ilustrarnos con ejemplos de política industrial activa que pueden servirnos como referentes de lo comentado.

El “Plan Obama”, por el que en el 2012 el Gobierno Federal de los EE.UU., actuando como  el mayor capitalista de riesgo, a través del Departamento de Energía se propone gastar 40.000 M€ en préstamos y subvenciones para alentar a la empresas privadas a desarrollar las energías verdes (coches eléctricos, nuevas baterías, turbinas eólicas, paneles solares,..)

El “Plan Hollande”, ejemplo actualizado del llamado “neocolbertismo”, presentado por el Gobierno francés el pasado mes de Septiembre, que consta de  34 proyectos en 4 sectores (transición energética y medioambiental, la tecnología digital, salud y el transporte del futuro). El Plan prevé una inversión pública  de 3.700M€, que podría  generar  45.500M€  de valor añadido (un 40% en la exportación) y la creación de 480.000 empleos en 10 años. Evidentemente este Plan cuenta para tener recorrido con la complicidad del empresariado francés, empresas como Renault, EADS (Airbus), Thales, Areva, Alstom…, no solamente le han dado su apoyo sino que  han generado el 80% de las propuestas

El “caso vasco” con dos claros ejemplos . La empresa CAF, en donde una estrategia industrial basada en la defensa del mercado propio,  inversiones en R+D+i, soporte de las Kutxas a través de mecanismos de financiación adecuada y la participación de los trabajadores en el accionariado (representan más del 25%), ha situado a CAF como 5ª empresa ferroviaria mundial. Otro ejemplo emblemático de esta cultura industrial,  sería  la Corporación Mondragón con 83.000 puestos de trabajo, 32.000 M€ de activos, 14 centros de I+D+i con un presupuesto de 61,5M€ y 1900 investigadores , 9500 alumnos en centros educativos y formativos y una  fuerte capacidad exportadora…


Un nuevo modelo productivo: La economía sostenible


Una  “economía sostenible”, que tenga como principal objetivo acometer un cambio en el patrón de crecimiento y en el modelo productivo. Un nuevo modelo que tenga como principales vectores a desarrollar.


Una profunda renovación del sistema educativo basado fundamentalmente en un modelo orientado hacia la sociedad del conocimiento (transferencia de conocimiento y de los procesos innovadores  de la sociedad al sistema educativo y viceversa)

La economía “verde” soportada por una apuesta inequívoca por las energías renovables, en la dirección de mejorar la eficiencia energética de todo el sistema productivo, reducción de  los gases efecto invernadero (especialmente el CO2), combate contra el cambio climático  y la potenciación de la movilidad sostenible (desarrollo del ferrocarril tanto en áreas metropolitanas como en servicios regionales y transfronterizos).


Una menor dependencia del carbón no solo puede impulsar el desarrollo de la industria, sino reducir sus costes a largo plazo y por lo tanto hacerla más eficiente. Por eso se debe potenciar las infraestructuras necesarias, como las  interconexiones que permitan compartir el superávit de energías renovables , las redes inteligentes (“smart grids”), reservas de capacidad que compensen las intermitencias de las fuentes de energía eólica, solar, biomasa… es decir, la economía del hidrógeno


Un modelo energético derivado de la generación de energía distribuida, descentralizada y renovable Este proceso de democratización de la energía, supone un cambio de jerarquía, la lateralidad del poder y el desarrollo de lo que J. Rifkin ha dado en llamar en su ”Tercera Revolución Industrial”, el “capitalismo distribuido”. El cual puede llegar a determinar cómo se  ejerce el poder político, una profunda renovación en las aulas,  así como la metamorfosis de la era industrial a la colaborativa. Modelos más descentralizados y menos jerárquicos

El incremento de la inversión en programas de I+D+i , como vector de arrastre de una nueva economía. La mejora de la productividad de nuestra economía pasa por la apuesta por la innovación y la creación de procesos con alto valor añadido


La innovación una estrategia para la generación de empleo, el incremento de la competitividad y la creación de nuevas oportunidades  


La innovación es un proceso social que desborda los mecanismos intelectuales de la invención y la creación. La innovación puede y debe generar nuevas oportunidades de empleo e incrementos de productividad que sin duda  deben repercutirse en valores sociales y en el beneficio del conjunto de la sociedad.

La innovación es el elemento clave que explica la competitividad. Porter afirma, “la competitividad de una nación depende de la capacidad de su industria para innovar y mejorar, de igual manera las empresas consiguen ventaja competitiva mediante innovaciones”
En la definición de innovación de Schumpeter  se tienen en cuenta cinco variables :

1.     Introducción en el mercado de un nuevo bien o servicio, el cual los consumidores no están aún familiarizados.
2.     Introducción de un nuevo método de producción o metodología organizativa.
3.     Creación de una nueva fuente de suministro de materia prima o productos semielaborados
4.     Apertura de un nuevo mercado en un país.
5.     Implantación de una nueva estructura en un mercado.
6.      
Resumiendo la innovación es un elemento clave de la competitividad y además hace posible que los nuevos productos, procesos o servicios sean aceptados por el mercado. Si no se produce la innovación, no se accede al  mercado o se pierden las posiciones adquiridas con anterioridad.

La innovación además tiene varias perspectivas: la tecnológica que afecta a los cambios en productos y procesos, la social que debe aportar nuevos horizontes  a los problemas del desempleo y la  organizativa que produce nuevos  métodos de gestión que se adaptan a las nuevas realidades-exigencias del mercado. Proceso creativo-innovador es el generado por la creación de ideas y la puesta en práctica de las mismas a través de la innovación, en un entorno dinámico, que favorezca la libre circulación de la información y facilite el desarrollo de filones de ideas.


Nuevos sectores para la innovación: La “ecoinnovación”, la “ecotecnología”, las “tecnologías urbanas” /las “smart cities”.

Nacida al calor de la responsabilidad social corporativa, la “ecoinnovación” se presenta como un paso más dentro de las “políticas responsables”, a través del uso eficiente e inversión creciente en mejorar la eficiencia energética de las empresas. Es al mismo tiempo una oportunidad de mejorar la productividad mejorando  la eficiencia energética. La “ecotecnología” como instrumento de generación de empleo y de innovación tecnológica, que prioriza el desarrollo sostenible  y el mantenimiento del equilibrio medio-ambiental. Una apuesta tecnológica basada en un modelo energético que garantice las mismas oportunidades a las generaciones futuras y que administre con rigor los  recursos limitados de los que disponemos.
La ciudad como elemento de innovación, de cambio tecnológico, de creatividad y generación de empleo. Las tecnologías urbanas son un excelente instrumento para la mejora de las condiciones de vida de los ciudadan@s y la prestación de los servicios públicos. El desarrollo de las “smart cities” es un elemento no solo de transformación de ciudad sino de creación de riqueza y sostenibilidad medio ambiental.  

Competitividad

Cuando hablamos de competitividad es necesario saber de qué estamos hablando. Desde una  concepción muy artificial y simplificadora de la misma, asociada a un tipo de empresariado “corto placista “ y con escasa visión de futuro, la competitividad estaría vinculada con la explotación de recursos naturales abundantes , el aprovechamiento de mano de obra barata,  la utilización de subsidios a los precios de los factores. Políticas vendidas por gobiernos conservadores, como favorables a  la exportación, pero que  en realidad basan su competitividad en la aplicación de mecanismos de devaluación interna, como las manipulaciones de la tasa de cambio y en lo que el profesor Francesc Granell,  ha llamado “Plataformas subordinadas de exportación”, es decir,  cuando se aplican desde el “centro estratégico” políticas de devaluación interna basadas en la caída de los salarios y el deterioro de las condiciones laborales  y no en la capacidad para generar y desarrollar productos con alto “valor añadido”.

Esta competitividad basada  en la creación de plataformas de “low cost”  y “alta flexibilidad productiva”, tiene escasa proyección de futuro y no son sostenibles a largo plazo.


Otra de carácter más estructural y con mayor recorrido ,  que se sustenta en la capacidad de una economía para avanzar en su eficiencia y productividad, para diferenciar productos, incorporar innovaciones tecnológicas , mejorar la organización empresarial, la cadena de valor y los encadenamientos productivos y permita a los trabajadores participar en la gestión de algo que también es suyo, la empresa. Esta última sí es perdurable a través del tiempo porque se sustenta en un mejoramiento de los patrones de productividad como base de una competitividad real.
Para una empresa, la competitividad vendría relacionada con su capacidad para  tener éxito en el mercado en el que opera. Analicemos sucintamente algunos “factores de competitividad”:

-El tamaño de las empresas  es un factor de competitividad, ver Informe septiembre 2013 de PwC/Siemens: “Claves para la competitividad de la industria española”(1). Las medianas y sobre todo las grandes empresas , son capaces de generar economías de escala, tienen más fácil acceso a la financiación, mayor capacidad para realizar  inversiones en I+D+i y por lo tanto generan un mayor  potencial exportador. Un caso paradigmático sería el alemán dónde el 60% del empleo se genera en  empresas medianas y grandes (14.000 empresas de más de 250 trabajadores, frente a las 2.600 en España).

-Incremento de la inversión en programas de I+D+i, como vector de arrastre de una nueva economía . Necesidad de fondos tecnológicos orientados hacia la innovación, lo que sin duda supondrá un incremento de la necesaria competitividad  de la economía española . La mejora de la productividad de nuestra economía pasa por la apuesta por la innovación y creación de procesos con alto valor añadido y no por el empeoramiento de las condiciones de trabajo e incremento de la flexibilidad e inseguridad laboral.

-Estrategia de producto “cuando no puedas fabricar más barato, fabrica productos con más calidad y si no innova y fabrica productos nuevos (Joan Majó). Aprovechar la crisis para reconvertir la economía e “inventar” nuevas actividades en nuevos sectores de la producción y los servicios. El desarrollo de los nuevos materiales, será determinante a la hora de definir nuevos escenarios industriales, a través de los nuevos materiales se puede describir la nueva industria.


-La “localización competitiva”, citemos algunos factores que la favorecen: las ventajas logísticas de un territorio vinculadas al transporte y a la distribución, el atractivo del entorno investigador sobre los profesionales del I+D, los procesos de concertación entre las administraciones públicas, los agentes sociales y el sector privado ( la llamada “triple hélice” de la innovación), las sinergias del territorio (cadenas y redes productivas, redes de proveedores), la convergencia entre las estrategias de las empresas transnacionales  y los territorios nacionales donde operan.


(1) Claves de la competitividad de la industria española - PwC

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