Los imperativos de la amistad me obligan a terciar en el debate –controversia dice El Apotegmas— que este buen amigo ha provocado en el no menos querido Andrés del Viso a propósito de “lo sociopolítico”, según queda registrado en las dos entradas dedicadas a ello. En la segunda, CONTROVERSIA SOBRE "LO SOCIOPOLÍTICO", Andrés del Viso dijo:
"Ante todo muchas gracias al admirado bloguero anfitrión y otras más a Prudencio El Apotegmas por darse tiempo y espacio en responder a mi pequeña entrada un tanto espontánea. No esperaba yo esta acogida.A mi me parece que lo socio-político es un término que explica la acción sindical no sólo desde la localización territorial o desde las estructuras sindicales del territorio, sino algo más, porque se refiere a una actuación del sindicato donde no es frecuente encontrarle, o sea, en los barrios, en los locales de asociaciones de emigrantes, en las asambleas vecinales o en las que se realizan para reivindicar un derecho a la vivienda, y así. No sabría decir si el sindicato ha elaborado una estrategia "cerrada" sobre lo que yo llamo socio-político, pero lo que se es que en esos lugares está - a veces y a saltos - y que no tiene las pautas de conducta y las experiencias que sin embargo ha heredado - más o menos - cuando se desenvuelve en la fábrica, en el centro de trabajo o en las reivindicaciones que se relacionan directamente con los trabajadores en activo.Y de nuevo creo que me he excedido, pero es que me voy arriba a medida que respondo. Un saludo".
No comparto la fáustica pasión de Andrés por lo sociopolítico como expresión del sindicato. Es más, participo de la observación de El Apotegmas cuando habla de que, tal como Andrés plantea las cosas, parece un Jano Bifronte. Una cara está mirando hacia el sindicalismo de toda la vida, aunque con larga trayectoria de “nuevo tipo”; otra cara mirando hacia otros lugares. De donde se saca la impresión de que el sindicalismo es un sujeto aproximadamente (dispensen la comparación) hermafrodita.
Por otra parte, tengo la impresión de que Andrés convierte el vicio en virtud. Lo hace cuando afirma [que lo sociopolítico] “refiere a una actuación del sindicato donde no es frecuente encontrarle, o sea, en los barrios, en los locales de asociaciones de emigrantes, en las asambleas vecinales o en las que se realizan para reivindicar un derecho a la vivienda, y así”. El vicio es “donde no es frecuente encontrar al sindicato”; la virtud, así las cosas, es “lo sociopolítico”. Una cierta confusión, digo yo. Porque si el sindicato no frecuenta determinados lugares, ¿cómo va a intervenir, ni siquiera sociopolíticamente? Lo que implicaría, entiendo yo, el déficit de sindicato general” como acertadamente quería que fuese nuestro amigo Bruno Trentin.
Es cierto que Bruno y tantos dirigentes sindicales italianos (Lama y tantos más) hablaron del sindicato como “soggetto político”. Una caracterización que, injustificadamente, ponía los pelos de punta a gentes como Giorgio Amendola y otros gigantes del comunismo italiano, entre otros. Pero “soggetto politico” era la actividad eminentemente contractual desde la fábrica hasta la concertación tripartita, y nunca una actividad “separada”. En suma, nada tiene que ver la expresión “soggetto político” con sindicato sociopolítico. Lo primero era la constatación de una actitud unívoca; lo segundo fue la separación de actividades, como dos líneas paralelas. Lo que provocó la separación de las estructuras federativas de las territoriales y una fuente interminable de problemas que se repetían ad nauseam. O sea, parafraseando también a Da Ponte (con música de Mozart, en el magistral Cossí fat tutti) fue come un scoglio.
Por otra parte, tengo la impresión que el Apotegmas no se ha referido a una elaboración “cerrada” o sistémica sobre lo que entendíamos como “sociopolítico”: un comunista sinárquico como el Apotegmas nunca haría ese planteamiento. Nuestro amigo, se refería a la ausencia de pistas, indicios, aproximaciones de qué se quería decir con ello. En cambio, sí podemos rastrear no poca literatura (no sólo de Nicolás Sartorius, el más prolífico de los intelectuales del sindicalismo) acerca de “sindicato de nuevo tipo”: la asamblea como elemento decisorio, la asdcripción sindical de los desempleados y tantas otras que no es necesario relatar ahora. Pero, nada de nada de ese ave fénix al que alude, con tintes de retranca, nuestro Apotegmas desde su talabartería en Parapanda.
"Ante todo muchas gracias al admirado bloguero anfitrión y otras más a Prudencio El Apotegmas por darse tiempo y espacio en responder a mi pequeña entrada un tanto espontánea. No esperaba yo esta acogida.A mi me parece que lo socio-político es un término que explica la acción sindical no sólo desde la localización territorial o desde las estructuras sindicales del territorio, sino algo más, porque se refiere a una actuación del sindicato donde no es frecuente encontrarle, o sea, en los barrios, en los locales de asociaciones de emigrantes, en las asambleas vecinales o en las que se realizan para reivindicar un derecho a la vivienda, y así. No sabría decir si el sindicato ha elaborado una estrategia "cerrada" sobre lo que yo llamo socio-político, pero lo que se es que en esos lugares está - a veces y a saltos - y que no tiene las pautas de conducta y las experiencias que sin embargo ha heredado - más o menos - cuando se desenvuelve en la fábrica, en el centro de trabajo o en las reivindicaciones que se relacionan directamente con los trabajadores en activo.Y de nuevo creo que me he excedido, pero es que me voy arriba a medida que respondo. Un saludo".
No comparto la fáustica pasión de Andrés por lo sociopolítico como expresión del sindicato. Es más, participo de la observación de El Apotegmas cuando habla de que, tal como Andrés plantea las cosas, parece un Jano Bifronte. Una cara está mirando hacia el sindicalismo de toda la vida, aunque con larga trayectoria de “nuevo tipo”; otra cara mirando hacia otros lugares. De donde se saca la impresión de que el sindicalismo es un sujeto aproximadamente (dispensen la comparación) hermafrodita.
Por otra parte, tengo la impresión de que Andrés convierte el vicio en virtud. Lo hace cuando afirma [que lo sociopolítico] “refiere a una actuación del sindicato donde no es frecuente encontrarle, o sea, en los barrios, en los locales de asociaciones de emigrantes, en las asambleas vecinales o en las que se realizan para reivindicar un derecho a la vivienda, y así”. El vicio es “donde no es frecuente encontrar al sindicato”; la virtud, así las cosas, es “lo sociopolítico”. Una cierta confusión, digo yo. Porque si el sindicato no frecuenta determinados lugares, ¿cómo va a intervenir, ni siquiera sociopolíticamente? Lo que implicaría, entiendo yo, el déficit de sindicato general” como acertadamente quería que fuese nuestro amigo Bruno Trentin.
Es cierto que Bruno y tantos dirigentes sindicales italianos (Lama y tantos más) hablaron del sindicato como “soggetto político”. Una caracterización que, injustificadamente, ponía los pelos de punta a gentes como Giorgio Amendola y otros gigantes del comunismo italiano, entre otros. Pero “soggetto politico” era la actividad eminentemente contractual desde la fábrica hasta la concertación tripartita, y nunca una actividad “separada”. En suma, nada tiene que ver la expresión “soggetto político” con sindicato sociopolítico. Lo primero era la constatación de una actitud unívoca; lo segundo fue la separación de actividades, como dos líneas paralelas. Lo que provocó la separación de las estructuras federativas de las territoriales y una fuente interminable de problemas que se repetían ad nauseam. O sea, parafraseando también a Da Ponte (con música de Mozart, en el magistral Cossí fat tutti) fue come un scoglio.
Por otra parte, tengo la impresión que el Apotegmas no se ha referido a una elaboración “cerrada” o sistémica sobre lo que entendíamos como “sociopolítico”: un comunista sinárquico como el Apotegmas nunca haría ese planteamiento. Nuestro amigo, se refería a la ausencia de pistas, indicios, aproximaciones de qué se quería decir con ello. En cambio, sí podemos rastrear no poca literatura (no sólo de Nicolás Sartorius, el más prolífico de los intelectuales del sindicalismo) acerca de “sindicato de nuevo tipo”: la asamblea como elemento decisorio, la asdcripción sindical de los desempleados y tantas otras que no es necesario relatar ahora. Pero, nada de nada de ese ave fénix al que alude, con tintes de retranca, nuestro Apotegmas desde su talabartería en Parapanda.
2 comentarios:
De nuevo agradecido, y de verdad porque el debate (o la controversia) me sirve mucho para aclararme (aunque parezca lo contrario). Solamente matizar. no considero que la escasa o irregular presencia del sindicato en eso que llamamos "lo sociopolítico" sea un vicio que debe remediar la virtud de la presencia del mismo. Me parece que el sindicato "de nuevo tipo" no sólo se debe estructurar sobre el trabajo y los lugares de trabajo para combatir la explotación y defender unas condiciones de trabajo adecuadas, sino que, por eso mismo, tiene que átender más a esos lugares de frontera entre el trabajo y el no trabajo, entre el trabajo de cuidados y el trabajo productivo, entre el trabajo forzoso y el trabajo asalariado. Y que la forma de acceso a esta "zona sindicalmente restringida" es a través de una actuación sobre el territorio y los sujetos definidos principalmente por su inserción en él. Esta presencia se debe cuidar, a mi juicio, simplemente porque es el homenaje que el vicio rinde a la virtud inmensa de una acción sindical centrada en el trabajo.
Espero no resultar pesado, pero si, como a menudi sucede, no es así, ruego mil excusas.
No hay motivo para que agradezcas las supuestas atenciones. Aquí estamos para conversar amigablemente. Las posiciones siguen en su lugar, y deben ser motivo para un mutuo contagio. Desde esta plaza te enviamos saludos tras la celebración del Primero de Mayo. Te abraza al estilo antiguo, JL
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