El Tribunal Constitucional le ha enmendado afortunadamente la plana al Tribunal Supremo sobre el caso de Bildu. Ahora bien, tan radical discrepancia sobre un asunto de primer orden me ha provocado una enorme inquietud. ¿Cómo es posible que haya habido un contraste de tan alta envergadura? Que a un servidor le haya tranquilizado la postura del Constitucional, no despeja mi tribulación, porque no estamos hablando de minucias. Por eso doy constancia de ello en mi diario que, aunque íntimo, es público.
A mi juicio, más allá de la hipotética o real politización partidaria de la justicia española –y sus principales operadores jurídicos-- la madre del cordero está en el envejecimiento a marchas forzadas de la democracia y sus más conspicuos instrumentos. Esta es una democracia que está, desde hace tiempo, chocheando. Donde el problema número uno está en lo apuntado por Luigi Ferrajoli: “en la cada vez más fuerte la relación entre dinero, información y política”. Un dinero impaciente: la “nuova gente e subiti guadagni”, que decía el Dante; la información intencionadamente tendenciosa y expresamente mendaz; la política expresamente torticera que se pasa por la cruz de los pantalones así las reglas como las formas. Una democracia que se ha instalado en esa “normalidad”.
En otras palabras, el espectacular y caballuno desajuste entre ambos altos tribunales es algo más que la politización de la justicia. Esa, si la hubiera, es una consecuencia de las patologías de esta democracia chocha. Por supuesto, doctores tiene la Iglesia para aliviar esas consecuencias patológicas. Pero queda la raíz del problema: el pathos de la democracia, de esta democracia en concreto y no en abstracto. Si yo supiera …
… si yo supiera cómo indicar pistas para abordar este problemón, no duden que lo dejaría por escrito en un ejercicio de redacción. Pero mis saberes chusqueros no dan para más. Porque no es moco de pavo provocar una ruptura epistemológica dentro de la democracia para que haya una mejor democracia.
A mi juicio, más allá de la hipotética o real politización partidaria de la justicia española –y sus principales operadores jurídicos-- la madre del cordero está en el envejecimiento a marchas forzadas de la democracia y sus más conspicuos instrumentos. Esta es una democracia que está, desde hace tiempo, chocheando. Donde el problema número uno está en lo apuntado por Luigi Ferrajoli: “en la cada vez más fuerte la relación entre dinero, información y política”. Un dinero impaciente: la “nuova gente e subiti guadagni”, que decía el Dante; la información intencionadamente tendenciosa y expresamente mendaz; la política expresamente torticera que se pasa por la cruz de los pantalones así las reglas como las formas. Una democracia que se ha instalado en esa “normalidad”.
En otras palabras, el espectacular y caballuno desajuste entre ambos altos tribunales es algo más que la politización de la justicia. Esa, si la hubiera, es una consecuencia de las patologías de esta democracia chocha. Por supuesto, doctores tiene la Iglesia para aliviar esas consecuencias patológicas. Pero queda la raíz del problema: el pathos de la democracia, de esta democracia en concreto y no en abstracto. Si yo supiera …
… si yo supiera cómo indicar pistas para abordar este problemón, no duden que lo dejaría por escrito en un ejercicio de redacción. Pero mis saberes chusqueros no dan para más. Porque no es moco de pavo provocar una ruptura epistemológica dentro de la democracia para que haya una mejor democracia.
Radio Parapanda. GARANTIAS DE EMPLEO Y DERECHOS LABORALES EN LA LEY 35/2010 Habla Antonio Baylos desde la sinarquía de Parapanda.
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