lunes, 15 de enero de 2018

Centenario Marcelino Camacho



El 21 de Enero se inicia en Madrid la conmemoración del centenario de Marcelino Camacho, el dirigente más carismático de la lucha antifranquista. Paradoja: quienes han intentado oscurecer la lucha de las clases trabajadoras en la conquista de las libertades no han podido, sin embargo, borrar del mapa la figura del padre noble de Comisiones Obreras. Yendo por lo derecho: no se concibe la reciente historia de nuestro país sin el compromiso ético y político de Marcelino, que él convierte en pasión e inteligencia. Un dirigente que, además de respetado, fue querido por multitudes de personas. Nunca hubo distancia entre Marcelino y los trabajadores. Siempre cercanía, una proximidad afectiva: se diría que sentimental. De ello, precisamente, hablaría años atrás Antonio Gramsci: «el nexo sentimental con la gente».

El Centenario Camacho no puede ser sólo el obligado recuerdo de la figura, por decirlo con Thomas Mann, de un «hombre de gran formato». Ni puede quedar circunscrito a Madrid. Porque las repercusiones del proyecto camachiano y su testimonio moral atraviesan toda España. Y porque su maestría guarda una estrecha relación con las disciplinas que afectan a la acción colectiva del movimiento de los trabajadores. Hablo del iuslaboralismo y de la economía. O lo que es lo mismo: no sólo el sindicalismo es deudor de la figura de Marcelino, también el Derecho del Trabajo y las ciencias sociales están vinculadas a su figura.


Un centenario que, sobre todo, deba provocar la renovación de un proyecto sindical que, como hizo Marcelino, signifique una discontinuidad con las cosas de ahora. De un Marcelino del que se ha hablado, por lo general, de su figura como resistente, y muy poco de su proyecto.  


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