jueves, 6 de julio de 2017

Neo esclavismo en España

Antonio Navarro

Esta mañana, en los locales de CCOO de Albacete, hemos asistido a un acto de dignidad y valentía como pocas veces hemos vivido en los últimos tiempos. Estamos acostumbrados a recibir trabajadores y trabajadoras aterrorizados, con miedo incluso a que sus jefes puedan enterarse de su visita al sindicato para informarse de sus derechos, cuando se les da a conocer y tienen que ser ellos los que los demanden la mayoría vuelven a sus casas resignados, o eso o el despido. Nos encontramos también con delegados de pequeñas empresas-que son la mayoría en nuestro mercado laboral- quejarse de sus compañeros, les reprochan que ejerzan su función y el jefe pueda molestarse, por muy nimias que estas reivindicaciones puedan ser. Otros, trabajadores y trabajadoras de grandes superficies comerciales, esconden su afiliación al sindicato ante la amenaza de despido. Hemos tenido casos en los que el hecho de firmar nuestra candidatura les ha acarreado un despido fulminante.

Quien crea vivir en un país con un Estado de Derecho avanzado es que no conoce la situación en la que se desenvuelven las relaciones laborales en España. Teniendo al miedo como protagonista principal de las mismas. El miedo al despido barato, a ser relegado a otro puesto inferior, a no poder accederá a esas horas extraordinarias que tan vitales son para una gran mayoría de trabajadores y llegar a fin de mes. A todo esto se le llama violencia por quienes detectan el poder en la empresa.
Hablamos de una realidad de la que nada se habla en los medios de comunicación, ajena al debate político a derecha e izquierda y que, sin embargo, es la vivida por millones de personas en nuestro país.

Pero no todo es así. Hoy, un grupo de trabajadores del campo, de origen marroquí, han dado una rueda de prensa para dar a conocer el estado de explotación esclavista a la que se les está sometiendo una empresa agrícola, da igual la procedencia de esta. Dos céntimos de euro por lechuga recogida es todo lo que perciben por jornadas- nunca mejor dicho- de sol a sol. Sin alojamiento, teniendo el campo para hacer sus necesidades, ni comedor ni agua con la que lavarse, "como animales" ha dicho su portavoz. Condiciones laborales más propias del siglo XIX que del XXI. Todo ello contando con la indiferencia de los poderes públicos. ¡ Qué poco importan estas cosas a la opinión pública!. Y lo que es peor, para cuándo la izquierda política se va a interesar por el día a día de los centros de trabajo.

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