jueves, 13 de julio de 2017

La señora independentista maquilla su biografía





En la Rambla de Mataró. Mucho calor y humedad asfixiante. Hablo con un joven sobre la figura señera de Joan Peiró, el gran sindicalista de la CNT, que renovó el sindicalismo confederal en tiempos antiguos. Una señora de mi quinta se acerca a saludarme. Y sin más protocolo me pregunta si soy independentista. Le respondo con un inequívoco que «de ninguna de las maneras». Cara de estupor que seguramente ha aprendido de los emoticones de su ordenador. «Lástima –me dice emoticonadamente--  con lo que luchamos cuando éramos jóvenes». Me contengo para no perder la compostura y gestiono convenientemente mis malas pulgas. La dama sigue parloteando de aquellos tiempos hasta que llega un momento en que necesito acabar con su verborrea.

Le digo: «No te vi en la calle en aquellos tiempos. No pasa nada, pero es inadmisible que presumas de haber estado donde no estabas y, más todavía, que vincules aquellas luchas con la independencia de Cataluña. Es más, ni siquiera te atreviste a llevarme un paquete de celtas corto a la cárcel de Mataró».  La dama se pone roja como una amapola. Y se va por donde ha venido.

Mi joven amigo me dice que he hecho una exhibición gratuita. Que de mis palabras infiere que concedo más dimensión moral y ética a quienes luchamos contra la Dictadura y sufrimos represión. No tengo más remedio que contestarle sin perifollos. Le digo: «No tal. Me he limitado a señalarle que la autobiografía de la dama es más falsa que un duro sevillano. Que ni estuvo, ni quiso estar donde ha dicho que estuvo. Es más, nunca he exhibido mis detenciones ni mi tiempo en las cárceles de Mataró, Barcelona y Soria. Hice simplemente lo que me mandaba mi forma de ser. Si esta mujer quiere ser independentista con su pan se lo coma, pero eso no le da derecho a inventarse su pasado». 


Y seguimos hablando de Joan Peiró.  Sigue el calor y el bochorno.


No hay comentarios: