lunes, 28 de diciembre de 2015

El misterioso «número CUP»





Las Matemáticas tienen algunos números de alto copete. Está el número π  (pi) que fue anotado en un papiro en tiempos de los antiguos faraones, siendo su valor más popular 3,1416, aunque algunos científicos que no tenían otra cosa que hacer le han calculado centenares de miles de decimales. Digamos que es el decano y el príncipe de los números famosos. Otro número famoso es el e (en homenaje a Euler) que es irracional, su valor es 2,7182818284590452353602874713527 (y sigue...), que es más aristocrático, por irracional, que el pí. Y hay otros que, comparados con estos dos, son calderilla.


El resto de las ciencias humanas siempre tuvo una envidia insana a las Matemáticas, porque no tenían ningún artificio intelectual que llevarse a la boca: ningún teorema, ningún algoritmo para lucir el palmito. Donde se pongan las cuatro reglas y la de tres simple no hay en ninguna otra ciencia que cuente con algo semejante en belleza y prestigio. Hasta el día de ayer.

Fue en Sabadell donde la política ha descubierto un número que estaba sumergido: el número cup. No es otro que el 1515. Aunque de una aparente pregnancia tiene el inconveniente de ser un número entero, sólo es divisible por 5 y por 3 y poco predicamento para los aficionados a la lotería, el «número cup» puede pasar a la historia de la politología por su azarosa irrupción en la asamblea de ayer en la que se trataba, por parte de 3.030 personas, un asunto de cierta importancia, a saber, si Artur Mas debía ser investido como presidente de la Generalitat de Cataluña.

Los asambleístas realizaron tres votaciones. Las dos primeras ganó por una millonésima de voto la opción hostil a Mas. En la tercera se produjo el empate: 1.515 a 1.515.  Algo digno de ser estudiado matemáticamente: ¿qué probabilidades había de que se diera ese, y no otro, resultado? Se lo encargamos al estudiantado para que lo resuelva.

Algo quedará para la historia: el padre abad de esa orden mendicante de Junts pel Sí, Artur Mas, que ha dividido Cataluña y su partido, ahora parte en dos a las órdenes menores conventuales de la CUP. Un persona que es simultáneamente «flagelo y gloria» de la politología porque rompe todo lo que agarra pero provoca la aparición de un número, el cup, del que se oirá hablar bastante en lo sucesivo. Y, si ustedes me lo permiten, podríamos decir que el hallazgo del «número cup» justifica el tragicómico embrollo que ha creado un personaje que, en estos momentos, vive sin vivir en él.   


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