viernes, 26 de agosto de 2011

REFERÉNDUM VERSUS DEMOCRACIA AUTORITARIA

Homenaje al afamado maestro confitero de la Vega de Granada don Ceferino Isla (1900 - 1961) en el día de su onomástica.






Gaspar Llamazares ha anunciado que recurrirá al Tribunal Constitucional la propuesta de introducir en la Carta Magna el techo del déficit. Pues bien, tal vez sea por mi alejamiento del ruedo político o por los achaques de la edad, yo veo las cosas de otra manera. Si la propuesta coalescente de Zapatero y Rajoy se lleva al Alto Tribunal la cosa está cantada: los magistrados dirán algo así como ni quito ni pongo rey, pero ayudo a mis señores. Y a partir de ahí nadie podrá reclamar ni siquiera al socorrido Maestro armero. O sea, Roma locuta causa finita.


Yo creo que la batalla es otra: la más urgente es la exigencia del referéndum. Una acción colectiva vinculada a la regeneración de la democracia que está entrado, a marchas forzadas, en una fase autoritaria. Por supuesto, en lo más urgente cabe la obligada explicación de lo injusto de la medida en los terrenos sociales, lo desacertado en los terrenos económicos (especialmente en lo fiscal) y el cacicazgo político que significa el cabildeo entre Zapatero y Rajoy. Cierto, se trata de una movilización, activa e inteligente, de todos los actores sociales y políticos. Así veo yo las cosas desde la sombra de mi morera.


Que la política instalada ha entrado en una fase de verticalidad decisionista parece obvio. Lo que podría responder a la envidia, y posterior contagio, de la política instalada por la manera de funcionar la empresa. Digamos que la empresa no sólo reina en su demarcación interna sino en todo el paradigma en el que todas las instancias (en este caso, institucionales) toman decisiones de tipo mimético-imitativo a la empresa: un cuadro, cada vez más restringido de personas, decide en nombre del común de los mortales. Incluso de manera aceptada acríticamente. El emblema de esta tipología de gentes estaría en la diputada Hermosín (PSOE) que afirma no gustarle la medida pero “sus razones tendrá Zapatero”. Con una vela a Dios y otra al Diablo lo que prima aquí es la obediencia debida: la fe del carbonero.


La decisión de no convocar el referéndum no es un problema de forma. Porque la participación en los aspectos relevantes (y una Reforma, aunque sea parcial, de la Constitución) no es un problema formal. No convocar dicha consulta recordaría la famosa frase del ingeniero
Frederick Winslow Taylor: “si la organización del trabajo es científica ¿qué pintan aquí los sindicatos?”, que ha sido considerado como el ideologema central del taylorismo. Así pues, Zapatero-Taylor podría añadir: estos asuntos científico-técnicos sólo incumben a los expertos. A los expertos de su conventículo, por supuesto. De ahí que un servidor no piense que la democracia de los expertos sea una cuestión formal: es la relegitimación barroca de los códigos de comportamiento de la empresa.



Radio Parapanda.
LEALTAD CONSTITUCIONAL, ESTADO SOCIAL Y LÍMITE AL DÉFICIT PÚBLICO.


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