El
otro día empezó a andar el proyecto de Yolanda Díaz.
Madrid fue la pila bautismal y, se supone, que tan ambicioso ánimo se reanudará
en septiembre. De momento, sólo sabemos que «esto no va de partidos», una
insistencia que la brava ferrolana repite hasta la extenuación. Es, por así
decirlo, la seña de identidad principal de la señora Díaz.
Ese
no ir de partidos propone, en principio, un cierto atractivo y, a continuación,
nos hace ver que la cosa es harto complicada. Sin ir más lejos, hoy la prensa
nos brinda un ejemplo de la complejidad de la operación: «Podemos plantea una
coalición con Díaz sin entrar en su plataforma», cosa que no equivale
precisamente a lo que Yolanda tiene en la cabeza, al menos por ahora. Más bien,
está en las antípodas. De esta forma, Podemos mantiene la estructura, el
aparato y el logo y reconoce como la prima inter pares a Yolanda porque no
tiene ninguna figura con la personalidad y envergadura de la ferrolana. Pero –parece
decir— cada uno en su casa y Dios en la de todos.
Con
todo, se debería partir en toda esta historia que Yolanda no nos ha explicado
por qué considera que es necesario un nuevo proyecto en la izquierda. Pero, por
pasiva, está dando a entender que Podemos ya no es la propuesta más idónea y
que su ciclo está agotado. Seguramente este punto de vista –a mi juicio
realista— es lo que la separa del partido que creara Pablo Iglesias el Joven.
Una organización que se ha convertido en macro cefálica porque su cuerpo y
extremidades están en precario.
Pocos
éramos y parió abuela. A partir de ahora, con más o menos claridad, irán
danzando por esas carreteras algo así como dos ofertas: la de Yolanda, que «no
va de partidos», y la de Podemos, que es una coalición de partidos, partidillos
y agrupaciones de agraviados. La lógica hará que, tras muchos kilómetros de
carretera, cada cual adorne su proyecto y –con limón y mostaza-- vaya haciendo dos recetas no solo diversas sino,
peor aún, contrapuestas. Ahora bien, será necesaria mucha capacidad de síntesis
sucesivas y no poca inteligencia para compaginar un proyecto que no va de
partidos con otro que sí va de partidos.
En
Granada siempre hubo gentes pasteleras que ponían de acuerdo el círculo con el
cuadrado, desde aquella famosa Doña Rosita hasta el niño de Pepelópez. Pero ahí
quisiera yo verlos en esta relación Yolanda --- Podemos.
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