miércoles, 10 de agosto de 2022

Tiempos raros, gentes raras


 

Nunca imaginé que tendría una vejez tan rara. Porque, la verdad sea dicha, vivimos tiempos raros, muy raros. Ahora mismo no tengo la suficiente preparación para establecer una analogía o comparación entre este hoy y la de tiempos lueñes. Y, más todavía, tampoco sabría intuir qué predicen las cabañuelas de la meteorología política.

Tiempos raros: después de acreditarse la derrota electoral de Trump, tras el asalto violento al Congreso de los EE.UU., después del registro del FBI a la residencia del antiguo mandatario y la amplísima repulsa mundial… después de toda esa rareza el ex presidente Trump sigue contando con millones y millones de seguidores--militantes en su país. Una enorme masa con una extraordinaria capacidad intimidante. Esto es lo más significativo del caso Trump.  De ahí que me pregunte, desde hace tiempo, ¿qué es exactamente lo que promueve ese seguimiento espectacular a las locuras de un personaje único en la historia de Norteamérica? Sigo sin saberlo, ni siquiera por aproximación. Naturalmente sus incontables seguidores no son una especie zoológica  similar: los hay de todos los gustos y colores, empresarios y obreros, agricultores y barberos de barriada. Aunque todos ellos tienen un hilo conductor: el gobierno federal y ahora el FBI con un sentimiento patriochiquero que hace que los EE.UU. sea considerado por ellos como un tropel de campanarios. Vale, pero sigo sin explicarme por qué ese acompañamiento de turbas, organizado a la postmoderna.

Podría ser que una parte de la explicación, tal vez la menos relevante, fuera esta: el deshilachamiento de las grandes religiones del cristianismo y su pérdida de autoridad y auctoritas, está siendo suplido por un cierto miedo al laicismo. Son masas que se han sentido huérfanas de un liderazgo espiritual, cultural y político que pusiera en orden la precariedad intelectual de cada cual. Vale, pero tiene que haber algo más, porque la historia de los EEUU, incluso antes de su nacimiento, está trufada de movimientos extraños, dirigentes de extremada confusión. Hasta tal punto que, cada cual a su manera, recuerdan las aglomeraciones de seguidores de los fraticelli y otros milenaristas.  

Seguiremos reflexionando con más sosiego cuando pase la canícula.  

No hay comentarios: