miércoles, 3 de agosto de 2022

Nancy Pelosi, en casa se está mejor.


 

Nancy Pelosi, Presidenta de la Cámara de Representantes de los Estados Unidos, es una mujer bravía. Joven ochentona ha sido, y continúa en ello, una persona independiente. Genio y figura. No obstante, el problema de estas grandes personalidades es que, cuando se equivocan, se puede armar la de dios es cristo. Pelosi no se ha escapado de esa tendencia.

La situación geopolítica no está para virguerías de francotiradores. La invasión de Rusia a Ucrania no es el único conflicto del inquieto panorama global, pero sí es el  más representativo, y el que –de momento, durante un tiempo que  no sabemos prever--  está perjudicando enormemente a los contendientes y a la par al mundo entero. Los aliados de Ucrania son potentes, pero no lo son menos los de Putin. Por otra parte, a medida que la guerra continúe, es de prever que las disensiones de ciertos países –hoy todavía sumergidas— salgan a la superficie.  Más todavía, podría darse, si el conflicto empeora, un hartazgo de solidaridad en amplios sectores de la ciudadanía europea. «Prever es dirigir», insistía Marcelino Camacho cada dos por tres. Recuerde, pues, señora Pelosi la enseñanza del viejo sindicalista.

Así pues, el momento es: solidaridad con Ucrania y, simultáneamente, el trabajo de la diplomacia. De la diplomacia, no de los francotiradores, aunque a su intención se atribuyan las mejores intenciones.

La brava  Pelosi ha metido el remo hasta el corvejón. O sea, que ha hecho un pan como unas hostias. La joven ochentona, con muchos quinquenios de diputada, se ha metido en un jardín, a pesar de los consejos y sugerencias de sus colaboradores, de sus compañeros demócratas y de las malas caras del anciano presidente Biden.

Cosecuencias: ha echado más gasolina al bidón global, siempre expuesto –y ahora más— a fogonazos mil; ha agudizado gratuitamente la confrontación de los americanos y los chinos; pérdida de simpatía de los europeos; y ha dado oxígeno al Partido Republicano para seguir abroncando al Partido demócrata.

Ciertamente, a los chinos le ha sentado fatal este viaje de Pelosi. No tienen razón, por supuesto. Pelosi puede ir libremente, si le place, a Taiwán y a Santa Fe, capital de la Vega de Granada, pero si por fas o por nefas dicha excursión puede provocar un empeoramiento de la situación internacional, un estorbo para la diplomacia o una excusa para los hunos y los hotros, lo mejor que puede hacer doña Nancy es quedarse en casita. Como en casa no se está en ningún lugar.

Señora Presidenta: recuerde el apotegma del padre de don Pepe Sacristán: «Lo primero es antes».  

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