De
momento Yolanda Díaz ha conseguido que no pocos militantes
–unos de la izquierda que sigue en el tajo y otros de la izquierda sumergida-- empiecen a entusiasmarse. El acto de Madrid
de presentación de Sumar y el seguimiento on line del mismo lo evidencian. Habrá
contagio, lo intuyo, en cada lugar donde la combativa ferrolana presente su
proyecto.
En
principio hay entusiasmo por una mujer que ha demostrado: su eficacia en todo
un escenario de realizaciones sociales en tiempos de pandemia, su solvencia en
toda una trama de negociaciones y un carácter temperado en los momentos de
aspereza en el gobierno progresista de coalición. En suma, Yolanda es una mujer
de gran formato.
Sus
innumerables seguidores esperan de ella posiblemente algo más de lo que puede
hacer en estos momentos. Porque, yendo
por lo derecho, lo que plantea esta dama ferrolana no es diferente de lo que
proponen las diversas almas de las izquierdas: ampliación de la democracia,
mejora de la condición asalariada, políticas de bienestar y derechos de
ciudadanía dentro y fuera del ecocentro de trabajo. Sin embargo, todo indica
que en la voz de Yolanda parece que es algo nuevo, algo que podría conseguirse.
Posiblemente la confianza viene del balance de su tarea como ministra.
Las
incógnitas vienen sobre el instrumento que –ella insiste con firmeza— propone para
conseguir tales objetivos. A saber, un
movimiento. «Esto no va de partidos», afirma. Pero, dada la naturaleza y el
carácter de todo movimiento, por grande que sea, siempre tiene unos límites
que, sin son traspasados, son fuente de divisiones al por mayor. ¿Será,
entonces, un movimiento de movimientos con la idea de representar todos los afectados
de tantas y tantas patologías sociales? Sin duda, de ser posible, crearía un
entusiasmo que, aunque importante, no necesariamente crearía una relación de
fuerzas parlamentaria a la altura de esos andares del movimiento o del
movimiento de los movimientos. Experiencias se ha atravesado a lo largo del
siglo XX y de lo que llevamos en curso. Lo que sí está claro es que si se opta
por «el movimiento» la propuesta del infatigable y querido amigo Isidor Boix («Yolanda, necesitamos ´leninismo siglo
XXI´») es radicalmente inviable, a parte del misterio que encierra saber qué es
el ´leninismo´del siglo XXI´ (1).
¿Será,
entonces, que Yolanda está proponiendo un proyecto por fases? «Esto no va de
partidos», ahora. Y andando el tiempo,
observando todos y cada uno de los elementos que aparecen surgiría el «ahora la
cosa está madura para hacer partido».
Sea
como fuere, Yolanda está generando entusiasmo y, montada en su alfombra
voladora, se dispone a atravesar los cuatro puntos cardinales de España. Le
deseo suerte, también en Cataluña.
No hay comentarios:
Publicar un comentario