Buenas
noticias: se nos dice que en breve la ministra Calviño convocará
a sindicatos y patronal para enhebrar el pacto de rentas que precisa España.
Mejor noticia hubiera sido que la convocatoria hubiera partido al alimón de las
ministra Calviño y Díaz. Lo digo no por cuestiones obvias sino por dos
motivos: evitar un indeseable conflicto de competencias o responsabilidades y,
de paso, impedir lo que zarzuelaremente se cantó: los celos mal reprimidos. Porque
las cosas están tan apejigueradas que cualquier motivo provoca el intercambio pendenciero
de platos a la cabeza. Pues bien, lo que importa ahora es el compromiso de una
intervención común Calviño – Díaz en nombre del gobierno en la mesa de
negociaciones. Son dos mujeres que ya han tenido ocasión de sortear sus
diversas concepciones políticas en aras a la unidad de acción.
Con
todo, hay una razón que me lleva a argumentar el protagonismo común de las dos
ministras en todo el proceso
contractual. A saber, una de las cuestiones esenciales de dicho pacto es el
establecimiento de las compatibilidades entre unas y otras cláusulas
negociales. No siempre se supo concretar los vínculos de todas las variables
del gran polinomio del pacto de rentas.
Ahora
la aparente ventaja es que todas las fuerzas políticas, según parece, están de
acuerdo en dicho pacto. Mejor, aunque tal vez las derechas, en un momento dado,
empezarán que si la abuela fuma y otras socaliñas.
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