miércoles, 22 de junio de 2022

Pedro Sánchez y el pato cojo


 

 

Casi al final del recuento electoral del pasado domingo, cuando ya se sabía sobre chispa más o menos el resultado, uno de los tertulianos dijo en televisión que a Pedro Sánchez se le estaba poniendo la cara como de «pato cojo». Se trata de una expresión que en los EE.UU. se aplica a sus presidentes durante el segundo mandato. Es decir, cuando empiezan a ser irrelevantes. Pero vox tertulianorum non est vox Dei .

No cabe duda que esa afirmación tertulianesca --´pato cojo´, en este caso—es algo más que una afirmación gratuita, o podría ser, el inicio de una ristra de sermones con la idea de deteriorar la imagen del Presidente del gobierno progresista. Es, por tanto, la invitación a que una masa coral de plumíferos y currinches repartan por tierra, mar y aire que Sánchez e ya un pato cojo. He dicho que es una expresión gratuita y completamente falsa. Porque, justamente esta segunda legislatura ha tenido más realizaciones y más utilidad social que la primera. Al revés precisamente de la actitud del pato cojo sea norteamericano o de la península de Kamchactka.  A saber, Sánchez ha liderado un gobierno que, en medio de una tremenda tempestad (dura pandemia y los efectos directos e indirectos de la guerra de Putin), ha realizado avances en los terrenos de la economía, sociales y de los derechos civiles y inespecíficos. ¿Qué la  inflación está por las nubes?, cierto. En concreto, de ´pato cojo´ naíca de ná. Al menos, según la definición que los norteamericanos dan a ese ideolecto.

El mundillo del tertulianado también tiene que comer, de ahí que en algunas ocasiones haya reincidentes en el enredo y la socaliña. Más todavía, tales organizadores de la confusión (la mediática brigada Brancaleone) en realidad aspiran a ser la vanguardia del quinto poder.  Sin ir más lejos, un servidor –ya octogenario y octogeranio--  si pillara un micrófono tertulianil diría: «Justamente cuando el PP se hace con la mayoría parlamentaria de la región Bética, nacen los calostros de un nuevo conflicto en dicho partido, a saber, la vida sedicente moderada de Moreno Bonilla y la de Ayuso y sus retortijones ultras».  Me baso en los mismos presentimientos, generalmente ficticios, del lumpen tertulianado.

 

P/S.--- No pasen por alto el artículo de Joan Coscubiela, hoy en El País.  Vox Coscubiela vox utilitatis.   

¡Viva Izavieja!

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