Esparta
derrotó a Atenas el domingo pasado. Ha sido el resultado de una crónica demoscópica
anunciada. El Peloponeso andaluz se ha saldado electoralmente con una derrota cuyas
consecuencias todavía no estamos en condiciones
de vislumbrar. Con todo, soy del parecer que el batacazo caballuno de Atenas es
una de las consecuencias del insistentemente denominado «cambio de ciclo».
Los
gobiernos tienen la tendencia rutinaria a negar cualquier novedad, cambio o
micro discontinuidad. La única inercia admitida es la que, según ellos, es la consecuencia
de su acción de gobierno. El tancredismo sería la característica primordial de
los gobiernos; Rajoy fue un ejemplo de la degradación del tancredismo. «Cambio
de ciclo», insisten no poca gente en España. Pero todavía no conocemos
detalladamente las moléculas de tan socorrido y contradictorio concepto. Contradictorio,
en Francia y Colombia avanza la izquierda mientras que en la Hispania Ulterior
los vándalos gobiernan las dos orillas del Betis, más tarde llamado
Guadalquivir, tras otro cambio de ciclo.
El
presidente Zapatero se pasó media legislatura sin reconocer que España había
entrado en crisis tal como le advertía el ministro Solbes. Zapatero reaccionó
tarde. No supo ver el cambio de situación y –Tancredo uno, Tancredo otro— Rajoy
entró en mala hora en la Moncloa. Sánchez, tras el rejonazo del domingo, niega
el cambio de ciclo. Su opción será resistir. Pero resistir no es gobernar, que
implica estar a la ofensiva. Resistir es situarse detrás del parapeto. Y desde
los parapetos no se crea hegemonía. Desde el burladero solo se conservan las amistades que tienen la fe
del carbonero.
Desde
una lógica académicamente tradicional podremos ver que en este cambio de ciclo,
que viene de atrás, el gobierno
progresista cuenta con eficaces realizaciones en los terrenos de la lucha
contra la pandemia, la situación económica y de los derechos, tanto laborales
como inespecíficos. Pero ese cambio de ciclo muestra que contemporáneamente millones de ciudadanos
de Atenas, votantes de toda la vida de Pericles, favorecidos por los éxitos del
mismo Pericles, han confiado en Esparta. Ya lo probó en sus carnes sir Winston
tras la victoria de los aliados en la Segunda Guerra Mundial.
Cambio
aparente de tercio: está cantado el conflicto en el interior del Partido
Popular. El modelo Moreno Bonilla, espartano, entrará en colisión con la tribu
de los longobardos de Lady Ayuso.
P/S.--- ¿Podríamos hablar de ´cambio de ciclo´ en Seat tras el nuevo convenio coletivo?
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