viernes, 4 de febrero de 2022

Contra los hunos y los hotros ya tenemos la reforma laboral.


 

No insistiré acerca de la bondad de los contenidos del importante acuerdo tripartito (sindicatos, patronal y gobierno) ya convalidado en las Cortes. No lo haré porque voces tan autorizadas como las de Antonio Baylos, Isidor Boix, Joan Cosubiela, Quim González y Nicolás Sartorius, entre otros, han escrito y conferenciado sobre dicha cuestión. Ahora bien, me permito una coletilla que no ha sido vista todavía: el acuerdo tripartito ha puesto, además, los andamios para la construcción itinerante de un nuevo cuadro de relaciones laborales y derechos sociales acordes con el proceso de innovación y reestructuración de los aparatos productivos y de servicios. Es decir, además de recuperar las cuadernas que demolió Rajoy, abre unas perspectivas de renovación. Eso demuestra la utilidad y la eficacia de labrar consensos entre los distintos al tiempo que censura el improductivo chillerío y la retórica de mostrador de taberna de quienes se han opuesto a tan importante medida.

Pero, antes que nada, hay que deshacer esa matraca que han abierto la caverna y la taberna: el voto del diputado del PP cacereño (un caballero que ha tenido sus más y sus menos con la Justicia) debe contabilizarse como negativo al ser –afirman sin haber estudiado técnicamente el caso— un «fallo técnico». La sombra de aquel Trump es alargada. Pero no cuentan que los votos de los dos diputados de UPN, que traían el mandato de votar afirmativamente, fueron interferidos por metafóricamente por el espíritu de aquel Tamayo. Con todo, tenemos reforma laboral a pesar de los hunos y de los hotros.

A pesar de Esquerra Republicana de Catalunya. Es una organización que hoy se empeña en recordarnos que sigue siendo aquella ERC que dio los votos para que Jordi Pujol fuera investido presidente en vez de Joan Reventós. Que se opuso militantemente contra la gran huelga general de aquel 14 de diciembre famoso. A mí no me lo han contado, yo lo viví personalmente.

Tengo amigos que no encuentran explicación seria a la decisión del grupo—Rufián de votar en contra. Confieso que yo tampoco las encuentro. Pero aquí lo que importa son los hechos. Hechos tozudos que sitúan en la votación a ERC, la caverna y la taberna en el mismo tugurio.

El pintoresco Rufián se estira y retóricamente sanciona: que coincidir con la CEOE, el Banco de Santander y Ciudadanos  explica la maldad del acuerdo tripartito. De te fabula narratur, Rufian:  ¿y por qué no te aplicar el chascarrillo, tú que coincides con el PP, Vox y lo mejorcito de cada casa.

El clásico preguntó ¿qué hacer? Doctores tiene la iglesia, buenos doctores. Ellos saben por experiencia propia que hay que organizar tamaña conquista, que es imprescindible elevar la afiliación estable a las organizaciones sindicales. Saben, además, que se han sentado las bases –los andamios, decíamos antes— para  humanizar el trabajo, según enseñaba nuestro Bruno Trentín.

Post  scriptum.---  Estoy tan contento que mientras me tomo unas copitas de cava Parapanda (gran reserva) me pongo a cantiñear Los campanilleros por la madrugá.

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