viernes, 24 de abril de 2020

Oído, Comunes: disiento.


Dentro de poco el Parlament de Catalunya abordará en sesión telemática el Presupuesto de la Generalitat.  Según todas las informaciones votarán a favor de las cuentas financieras los post post post convergentes de ese badulaque de Quim Torra y Esquerra Republicana de Catalunya.  Los comunes de Ada Colau se abstendrán. Cosa que francamente sigo sin entender.

Veamos, lo que se apruebe en el Parlament será papel mojado. Por la simple razón de que nacerá con fecha próxima de caducidad pues todavía es pronto para saber con cierta aproximación los efectos de esta marabunta sanitaria, económica y social. Las cuentas que se van a presentar son un material envejecido. Así las cosas, no tiene sentido que los comunes favorezcan la aprobación de esa estantigua. Máxime cuando la irascible derecha independentista está boicoteando todo planteamiento que sale del gobierno de coalición progresista. Quede claro que la razón principal es –se repite para quienes tienen el feo y pijo vicio de leer en diagonal— la inutilidad de las números que se presentan.

Pero no es baladí añadir otros argumentos ´de acompañamiento´. Hemos hablado en otra ocasión de la tenaza que están haciendo las derechas de cazalla y  derecha de ratafía. El ardor subersivamente guerrero de ambas derechas --´Marbella´ y ´Waterloo´-- ha sobrepasado todos los límites: tanto los de la política como los de la decencia. Entonces, ¿no parece beata la postura de los comunes en esta ocasión concreta? ¿Tiene sentido en política no exigir una mínima reciprocidad a quien le favoreces? ¿Qué queda de famoso do ut des?  Ah, qué tiempos aquellos –peores sin duda alguna--  cuando sabíamos que en política era una candidez cantar que «el patio de mi casa es particular / cuando llueve se moja como los demás».

Me viene a la cabeza aquel momento en que estaban quemando a Jan Huss por hereje. Comoquiera que la lumbre no ardía bien una viejecita, movida por su celo religioso, arrojó más leña a las llamas. Huss –dice la leyenda--  exclamó: «O sancta simplicitas!», que el cura de Izavieja traduciría así: «¡Qué inocentona es esta vieja!»  

Francamente, no creo que estar en la calle de en medio sea un buen lugar para los comunes.



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