Nota. Este cuadro es obra del
pintor Jordi Serrau El Maño, el retratado es Carlitos Vallejo,
hace cuarenta y tres años en la Cárcel
Modelo de Barcelona.
1.— Ayer mismo Joaquim González reincidía
atinadamente sobre un asunto de gran importancia, que ya hemos tratado en otras
ocasiones en este mismo blog: «Me refiero a la
[propuesta] que ha presentado el PSOE, concretamente su responsable de Empleo, María
Luz Rodríguez, al afirmar que, en caso de
gobernar, su partido se compromete a abrir y dirigir un proceso de diálogo y
negociación con los agentes sociales para abordar la construcción de un nuevo Estatuto de los Trabajadores.
Una propuesta que va mucho más allá de la promesa, como se venía afirmado hasta
ahora, de que su primera medida, si gobierna, sería dejar sin efecto la última
reforma laboral del Partido Popular.» Léase bien, por favor: el PSOE va a abrir
un proceso de diálogo con los agentes sociales y, a partir de él, se harán las
novaciones legislativas pertinentes. Hablando en plata, cabe la posibilidad de
abrir un debate sobre «el trabajo» y los derechos del conjunto asalariado.
Naturalmente, se trataría de una discusión que fuera más allá de los círculos
de los grupos dirigentes para abrirse a todo el universo del trabajo que cambia
aceleradamente.
No es necesario explicar la importancia de esta propuesta.
Pero sí es oportuno recordar que tamaña operación se va a dar cuando se ha
agotado el ciclo largo de los derechos sociales de los últimos treinta y cinco
años en España y de los últimos setenta años en los países más avanzados de la Unión Europea. No se trata de
un agotamiento natural del «ciclo largo» sino, por una parte, del
envejecimiento de no pocos derechos tras la irrupción masiva y fulgurante de
las nuevas tecnologías y de los sistemas de management
de las empresas y, de otro lado, por la violenta agresión contra tales derechos
por parte de la mayoría de los gobiernos: la más reciente la reforma laboral
italiana (Jobs Act), que ya han
comentado en este mismo blog Luigi Mariucci y Umberto Romagnoli.
Se mire por donde se mire, la propuesta del PSOE interpela
especialmente al sindicalismo confederal. Es más, le incita a debatir en todos sus ámbitos (especialmente en los
centros de trabajo) en torno a una cuestión de la mayor importancia. Lo que
comportaría que dicha discusión no quedara reducida a los círculos concéntricos
dirigentes. Porque serían las nuevas
reglas de eso que comúnmente se llama las relaciones laborales. De ahí el
esfuerzo colectivo por plantear una reflexión
crítica del pasado y solicitar una nueva mirada sobre aquellas ideas y
esperanzas concretas, sobre aquellos trabajos culturales que se mostraron fructíferos
aunque tuvieran una vida corta.
Nuevas reglas: pongamos que hablo, por ejemplo, de la «codeterminación»,
que no debe confundirse con la cogestión. Esto es, la codeterminación como: la fijación negociada, como punto de
encuentro, entre el sujeto social y el empresario, anterior a decisiones
"definitivas" en relación, por ejemplo, a la innovación tecnológica,
al diseño de los sistemas de organización del trabajo y de las condiciones que
se desprenden de ella. A mi juicio, la codeterminación es el derecho más
importante a conseguir en el centro de trabajo en el incansable esfuerzo por la
humanización del trabajo y la
autorrealización en el trabajo. La
codeterminación como elemento corrector de la pereza en considerar las formas
de trabajo como definitivamente dadas.
En resumidas cuentas, se abre una
oportunidad con un nuevo Estatuto de los trabajadores de intervenir –no sólo en
el centro de trabajo-- «de utilizar los
instrumentos fundamentales de la investigación, de la formación, de los
incentivos a la innovación, no sólo de la tecnología, también de la organización
del trabajo. Y de la socialización de las innovaciones, las sinergias de los
proyectos a nivel europeo y de las transformaciones de la organización del
trabajo, especialmente a través de la negociación colectiva, el papel y la
autonomía de la persona que trabaja, ante todo en la programación de su propio
trabajo y actividad», sobre los que tanto insistió Bruno Trentin.
2.--
He sentido voces de algunos conocidos y saludados que han tachado la
propuesta del PSOE como electoralista. ¿En qué quedamos? Si no plantea nada
sacamos la espingarda y criticamos la ausencia de proyecto; si hace lo
contrario hablamos de electoralista. Otros hablan así: ¿por qué no lo hizo
estando el PSOE en el poder? Eso mismo me digo yo. Pero, ¿a qué nos lleva esa
justa crítica? En todo caso, a sacarle los colores a Zapatero. Así pues, darle
la espalda a dicha propuesta sería perder una oportunidad. De la que, también
nosotros, seríamos responsables. Vale
P/s. Juan Blanco Blanco me manda esta nota en la que comenta la
entrada de Joaquim González. La copio y
pego: «Entusiasmante mirada la del autor, si la considerásemos como inductora
de una forma de acceder a análisis concretos de las realidades complejas en que
se desenvuelven las condiciones de vida de la inmensa mayoría de la población
que, en un determinado momento, se relaciona en un espacio social, político,
cultural y económico, también concreto, y también complejo.
Generadora de entusiasmo, desde
el origen de la elevación de la manifestación de la responsable de Empleo del
PSOE a la categoría de "apertura de un proceso inclusivo de los actores
económicos y sociales para la construcción de un nuevo Estatuto de los
Trabajadores", por rupturista con la muy mayoritaria dinámica actual
(ésta, más bien parece que enrocada en los "ida y vuelta" de no más
de 140 caracteres, eso sí, "con mucho carácter" y radicales
pretensiones electoralistas) que, en la dimensión de las condiciones de empleo
(y de desempleo), nos martillea con las "nuevas centralidades"
identitarias que han desplazado del corazón de las lógicas sociales y
políticas, de la pulsión central de las personas "la cuestión
social", ya antigua, del sustento (Karl Polanyi), de las relaciones
conflictivas por esenciales para las condiciones de vida (no sólo de trabajo)
de la inmensa mayoría de la ciudadanía, de los proyectos efectivos de
desarrollo social, tecnológico, económico; en fin, quizás, estirando
animosamente el artículo, lo que nos sugiere es tratar de alimentar el
entusiasmo por una reestructuración estratégica de las relaciones
sociolaborales como uno de los centros que soportan (y, a su vez, expanden)
condiciones esenciales y concretas de vida.
En fin, gracias por esa perspectiva y las sugerencias que desliza el
autor.»
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