sábado, 13 de septiembre de 2014

EL CACIQUISMO AYER Y HOY



(Primeros tanteos sobre el particular)

1.-- Cuentan los viejos cronicones de antañazo que don Natalio Rivas, diputado entre 1901 y 1923, en cada campaña era de los que prometían el oro y el moro si ganaba las elecciones. Al parecer, en cierta ocasión se pasó de rosca, prometiendo resolver de raíz el problema endémico del paro en su circunscripción por Granada. Entonces, surgió una potente voz de los asistentes: «Colócanos a tós, Natalico».  No consta que Rivas moviera un dedo al respecto. Lo que no fue óbice para salir triunfalmente reelegido. De un lado, la potente fuerza del cacicazgo; de otro lado, la servidumbre voluntaria, que diría La Boétie, de sus votantes.

2.-- No tengo los conocimientos suficientes –ni siquiera los necesarios-- para establecer la diferencia «orgánica» entre los cacicazgos de la época de don Natalio y los de nuestros tiempos. Pero intuyo que existe un hilo conductor que recorre tan largo trayecto. Si ayer el cacicazgo era fundamentalmente agrario, hoy hunde sus raíces en una actividad económica multiusos, no sólo en el ladrillo. En todo caso, entiendo que se trata de una diferencia de grado, no de cualidad.  En todo caso, hoy como ayer, el vínculo del cacicazgo con la política se da por descontado. Y si ayer ponía sus huevos en los diversos partidos de la Restauración –el mismo don Natalio era del Partido Liberal--, ahora los hay que, dicho lorquianamente, se disfrazan de izquierdas para no infundir sospechas. Naturalmente, es posible que haya quien impugne que hoy exista esa figura del cacicazgo y, concretamente, la del cacique. Espero los argumentos para mi mejor conocimiento.  

3.--   En todo caso, lo que une lo de ayer a lo de hoy es la proximidad geográfica del cacique, ya sea personalmente o mediante sus hechuras, al territorio en cuestión. Una presencia, pues, directa del cacique con la sociedad civil y con las instituciones municipales y de las comunidades autónomas, concretada en una red de clientelismos en torno a intereses económicos, favores y conchabeos varios. Así las cosas, la corrupción aparece con un cierto sostén de masas (la clientela) no desdeñable. Naturalmente lo más visible es la que, por su grosor, ha sido detectada y publicitada por los medios de comunicación, pero existe también la corrupción al detall (del trapicheo) ampliamente difusa.  

4.--  La política, y especialmente la izquierda, hasta donde yo sé, apenas ha reflexionado al respecto. Ha hecho bien formulando la autonomía del poder municipal frente al centralismo, incluido el de su comunidad autónoma; también ha acertado ante la autonomía de las comunidades autónomas frente al centralismo al por mayor. Pero no ha puesto las bases para socavar la tendencia “natural” al caciquismo, removiendo los obstáculos para su aparición y desarrollo. La política, en todo caso, parece que ha estado más atenta a la necesaria lucha contra el viejo centralismo (al que no pocos quieren resucitar) que ante la teratología del caciquismo de nueva y vieja estirpe.


5.--  Estas páginas están abiertas a don Carlos Arenas Posadas, el Enviado de Clío en la Tierra, para que introduzca una enmienda a la totalidad o por cachos de lo que decimos en este ejercicio de redacción.  Mientras tanto, me acerco a la estantería y cojo el libro   “Señores y señoritos: empresarios y caciques en la Andalucía contemporánea”, naturalmente su autor es el mencionado profesor Arenas Posadas.    Vale 

Habla Carlos Arenas Posadas


El clientelismo, el patronazgo, el caciquismo, el paternalismo, el capital social relacional, el capitalismo de amigotes, etc. son términos sinónimos y realidades tan viejas como la misma sociedad. Viene a ser la expresión de un intercambio de favores entre personas y clases económicamente muy desiguales; tanto más fuerte y arraigado cuanto más desigual sea la sociedad en cuestión. Generalmente, se intercambian votos (impunidad) por mercedes en forma de colocaciones, permisos, subvenciones, etc. Como digo, proliferan en aquellas sociedades en las que los individuos no encuentran solución colectiva a sus problemas y, como en el dilema del prisionero, deciden colaborar con la policía antes que confiar en su compinche (en sus iguales). El profesor de Granada José Cazorla, escribió ya en los ochenta, un artículo premonitorio, y silenciado, que llamó: del clientelismo familar (don Natalio) al clientelismo de partido (PSOE). Ya que me convocas, te diré que en el libro que acabo de terminar dedico un capítulo al clientelismo en la historia andaluza. Saludos, Carlos

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