EL
DINOSAURIO SIGUE AHÍ
Paco
Rodríguez de Lecea
Cómo no voy a alegrarme de
las recientes declaraciones del papa Francisco, José Luis. Importan mucho, en
efecto, porque quien las ha hecho es el papa, el hombre que tiene (“tendría”,
en condicional, es un tiempo verbal preferible para quienes nos movemos en el
terreno de lo sensato y lo razonable en este tema, como señalas en EL
INCOREGIBLE PAPA FRANCISCO, aludiéndome quizás, o no, a mí
entre otros), tiene, digo, el poder de atar y desatar en el entorno
intramundano, un poder delegado por el mismo Dios, sea éste quien sea (1).
Hay
un asunto que me regocija en particular, el de las mujeres. La misoginia es una
de las lacras más apestosas que acarrea la iglesia desde los siglos de los
siglos. Si se innova algo sustancioso en este sentido a partir del pontificado
de Francisco, será un progreso neto. También se ha referido el papa, aunque
entiendo que de un modo bastante más oblicuo y matizado, a la comunidad de los
homosexuales. Son asuntos que la iglesia católica (y el judaísmo, y el islam)
deberían ventilar deprisa, porque si la religión ha de tener un sentido, éste
no es nunca abstracto, sino referido en cada momento a la sociedad realmente
existente. Una religión desajustada en relación con los valores y las
expectativas de la sociedad en la que vive, está condenada a la obsolescencia,
como de forma certera ha señalado Karen Armstrong en un libro impresionante:
“Una historia de Dios” (Paidós, 1995).
Ahora
bien, Francisco ha hablado, no ex
cathedra, sino ex Civiltà Cattolica. Era lógico empezar a plantear temas
polémicos de esta forma, jugando en campo propio (el de los jesuitas) como
quien dice. Pero ese es el inicio de un largo camino a recorrer, y para ganar la Copa será
necesario meter más de un gol en campo contrario. Un papa tiene mucho poder
dentro de la iglesia, pero también tiene dependencias, compromisos y
fragilidades derivadas de su condición humana (piensa por ejemplo en el papa
Luciani). Intuyo que para arreglar el cotarro de forma más o menos permanente
será necesario otro concilio, por lo menos, y eso son palabras mayores.
Es
igual. No es mi intención aguar el vino. Si Francisco necesita para algo
nuestro apoyo moral, aquí lo tiene. Sólo quiero recordar que la iglesia
católica sigue siendo un dinosaurio. Y, parafraseando a Augusto Monterroso:
«Cuando el papa Francisco despertó, el dinosaurio todavía estaba allí.»
(1) Nota del editor. Sabemos a ciencia cierta que
los aludidos eran dos, y solo dos: Joan Francesc Pasqual y Daniel Delgado,
dirigentes sindicales de CC.OO. Bancario el primero y gráfico el segundo.
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