Nota editorial. Ya hemos informado que Paco Rodríguez
de Lecea y un servidor estamos traduciendo el nuevo libro de Fausto Bertinotti,
que titulamos Las ocasiones perdidas (Le occasioni perdute). Al igual que
hicimos con Bruno Trentin hemos abierto un blog donde irán apareciendo los capítulos
a medida que se vaya traduciendo la obra. De momento, está a disposición en LAS OCASIONES
PERDIDAS (Fausto Bertinotti).
Sito en http://faustobertino.blogspot.com.es/ En esta ocasión ofrecemos un fragmento del segundo capítulo donde Dario Danti le plantea a Fausto una serie de interrogantes sobre las razones del hundimiento del comunismo en la Unión Soviética.
HUNDIMIENTOS Y GIROS. (Primera parte)
Diálogo con Fausto Bertinotti
En el año 1991
el final de la Unión Soviética
señala el fin del mundo dividido en dos bloques contrapuestos. ¿Cómo recuerdas
aquel hundimiento?
Siempre he intentado comprender por qué mis
recuerdos de aquel año son tan confusos. No se trata de un banal proceso de abandono.
Son confusos porque me es difícil rastrearlo. En realidad podría parecer una
paradoja porque es un año en el que sucede casi todo; y, sin embargo, no es
así.
Indudablemente, el epicentro es el hundimiento de la Unión Soviética. ¿Qué sucede,
entonces, cuando no se tiene memoria concreta de un acontecimiento que, según
las tesis de Hobsbawm, clausura el siglo
breve? ¿Por qué este verdadero final
de un mundo no es perceptible por naturaleza? Probablemente, para los de mi
generación, aquella experiencia la habíamos considerado antes como concluida. El hundimiento de la URSS no produce emoción.
Naturalmente, produce una percepción del fenómeno, pero no una emoción. Por el
contrario, tengo un recuerdo nítido de la invasión de Checoslovaquia: el 20 de
agosto de 1968 mientras repartía octavillas en una fábrica textil, en Verbano.
Se me acercó un sindicalista quien me dijo que había tanques soviéticos en
Praga. Inmediatamente me quedé consternado, tuve la percepción de una tragedia.
Como la secuencia de una película: aquello podría ralentizar esa historia. Del
hundimiento soviético no recuerdo nada; tendría que repasar la crónica de
aquellos acontecimientos. Es porque aquello ya se había consumado antes en
nuestras cabezas.
Recuerdo incluso una animada
discusión con Vittorio
Foa. Vittorio sostenía que, con el hundimiento de la URSS , se había resuelto una
nueva era, la de la democracia en el mundo. Yo, por el contrario, incluso
considerando necesario y provechoso aquello para la historia de la humanidad no conseguía reconocer una consecuencia
mecánicamente orientada a la liberación; me parecía, sin embargo, que
paralelamente se estaba afirmando un nuevo capitalismo portador de unas
inéditas formas de explotación y alienación.
Este juicio se apoyaba en un hecho anterior al hundimiento: la primera
guerra del Golfo. Una guerra de nuevo tipo en un mundo que no se estaba
prefigurando como el reino de la libertad, sino como un nuevo orden de
contradicciones no menos dramáticas que las anteriores.
Causas
endógenas y causas exógenas llevaron a la caída de la URSS. Según Bruno Buongiovanni,
había más necesidad de Estado (entendido como normas que den seguridad jurídica,
ciudadanos responsables, comportamientos uniformes de las Administraciones) con
respecto a un no-Estado totalitario y arbitrario que se ha ido consolidando con
el tiempo. ¿Compartes esta tesis?
No me convence esta tesis. Creo que la dialéctica
principal para analizar la historia de la URSS no es la de Estado-mercado-sociedad civil,
sino otra: entre “socialismo o no”. Yendo por lo derecho: en mi opinión, había
más necesidad de socialismo, no de menos socialismo.
La opinión de Buongiovanni es una crítica propia de
la escuela liberal. Se quiere afirmar substancialmente que en la URSS faltaba el estado de
derecho: ausencia de elecciones y de pluralismo político, inexistencia de las
libertades de prensa y religiosa. Son unos temas a los que soy muy sensible y
no miro con ninguna arrogancia. Pero no me parece el filtro prevalerte para
analizar aquella experiencia. Para sacar
buen provecho, el filón crítico de Buongiovanni estaría conectado con otra
tesis: el reconocimiento del carácter revolucionario y constructor de nueva
civilización que representó la ruptura de Octubre, donde la reivindicación de
la superación de la sociedad capitalista y la afirmación de la revolución
propone el socialismo como nuevo orden económico y social. Reivindico la
primacía de esta lectura. En suma, quisiera comprender sobre qué cosa y cómo se
ha encallado la hipótesis revolucionaria. En este sentido, me interesan todas las
culturas críticas que se han movido en la historia: desde el obrerismo
derrotado en Kronstadt hasta las tesis que Trotsky elaboró contra la burocracia
que se transforma en Estado y cancela el empuje de transformación y liberación.
Para entendernos, en la URSS
hubo un exceso de estatalización versus
la necesidad de socialización, de socialismo.
En los
regímenes del socialismo real el exceso de estatalización significó incluso una
especie de sacralidad del poder. El comunismo, como sostiene
Marcello Flores, fue desahuciado por el Partido-Iglesia, por el paraíso en tierra a defender con todos los medios necesarios.
¿Se ha traicionado la revolución de ese modo?
Intentaré diferenciar
algunos aspectos. El Novecento
empieza en 1917, y –como sostiene Alain
Badiou-- con la
precipitación de la
Revolución rusa se determinan una ruptura y un
acontecimiento: la innovación de Lenin del cuerpo teórico del marxismo llevará
al nacimiento de un proyecto, de una realidad y una cultura política que
definirán a todo el movimiento obrero. En ese sentido, estamos poniendo la
atención en la derrota que siguió a la escalada al cielo operada mediante la
construcción de un sujeto político –el partido-- que habría debido materializar la misión
histórica del proletariado y de la clase obrera. Primero fue la escalada al
cielo y después vino la derrota.
Los
puntos de observación y de lectura de la derrota son seguramente el partido y
los conflictos internos en el partido. Es decir, afrontar el papel de las
luchas fraticidas y de la represión, que fue advertida por Antonio Gramsci. Lo
hizo en su célebre –como ocultada--
carta al grupo dirigente del partido bolchevique. El PCUS, a través
de una feroz lucha interna, pierde progresivamente la posibilidad histórica de
realizar la tarea de la construcción del socialismo. Es la lucha por el poder:
el partido ya no se define en relación al objetivo que persigue sino por las
burocracias que se instalan y deterioran irremediablemente la posibilidad de
realizar la misión. Estas democracias, como diría Robert
Michels, van configurando, cada vez más, según la sociología del
partido. Burocratización, pues, pero también esclerotización y transformación
de la ideología como elemento progresivo a elemento negativo, justificativa de
la existencia del partido (una especie de falsa consciencia). Sin excluir el
dominio del partido sobre la sociedad
civil.
De un lado, el partido y su inspiración; de otro lado, el partido que traiciona esa inspiración. La tesis de Flores estaría cogida con pinzas. Incluso conteniendo un núcleo de verdad, no explica la derrota. Recordemos quela Iglesia , al contrario del
comunismo realizado, desde hace dos milenios está conjugando trascendencia e
inmanencia, dimensión ultramundana e intramundana, perspectiva y realidad, sin
haber sido submergida por la historia.
(1) Nota del Traductor: http://archiviostorico.unita.it/cgi-bin/highlightPdf.cgi?t=ebook&file=/archivio/uni_1989_12/19891224_0036.pdf&query=bianca%20di%20giovanni (Traducción de José Luís López Bulla)
De un lado, el partido y su inspiración; de otro lado, el partido que traiciona esa inspiración. La tesis de Flores estaría cogida con pinzas. Incluso conteniendo un núcleo de verdad, no explica la derrota. Recordemos que
El
paraíso no se puede secularizar. El mensaje evangélico de la Resurrección de la
humanidad en Cristo tiene un carácter mesiánico y de espera. Que es congénito
con este proceso, y puede atenuarse solamente mediante la fundación de la
comunidad de los creyentes, o sea, de la iglesia. Es evidente que Lenin es
deudor de Pablo de Tarso. Pero no hay una transposición tout court del paraíso en la
tierra. Más bien, es la realización de un sujeto –el partido-- que, haciéndose iglesia, es conjuntamente una
construcción de comunidad, organización y jerarquía. Jerarquía de una
organización y estabilidad de la jerarquía en la organización.
En
este cuadro, es totalmente inapropiado criticar al partido porque se asemeja a la Iglesia. Hay que criticarlo
laicamente por aquello que es en sí mismo. La semejanza con la Iglesia , paradójicamente,
debería ser un elemento de fuerza y no de debilidad. La liturgia es necesaria:
un sujeto comunitario tiene necesidad de ello al igual que todos los procesos
revolucionarios. ¿En la
Revolución francesa, Robespierre y los jacobinos no organizaron,
acaso, un calendario diferente? ¿No pensaron en una diferente ritualización? Si
se quiere fundar un nuevo orden, sus manifestaciones deben estar, a su modo, a
la altura de la nueva dimensión simbólica. El espacio de la política no puede,
no debe tener solamente el perímetro de la racionalidad.
La
política es un gran proceso y su punto más alto es la categoría de revolución:
ésta pone el objetivo más ambicioso, aunque relativamente, en la historia. Vuelve
otra vez el equívoco del “paraíso en la tierra”, sobre todo si se piensa –con
la revolución-- asignar al hombre un
objetivo ilimitado, que esté a la altura de evitar su propio carácter finito. El
gran desafío está, pues, en la finitud del hombre: una finitud que es,
simultáneamente, complejidad personal, material, espiritual, afectiva, de
memoria. Por todas estas razones, los elementos que llamamos simbólicos son
parte consciente del proceso revolucionario y del proceso político. Incluso en
el movimiento obrero ha habido demasiada poca liturgia, demasiada poca
capacidad autónoma de auto representación y autonomía simbólica a excepción de
los periodos inmediatamente posteriores de la revolución. Desafortunadamente,
hemos sido mucha curia y demasiado poco iglesia.
(1) Nota del Traductor: http://archiviostorico.unita.it/cgi-bin/highlightPdf.cgi?t=ebook&file=/archivio/uni_1989_12/19891224_0036.pdf&query=bianca%20di%20giovanni (Traducción de José Luís López Bulla)
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