No creo que sea el momento de entrar en una disputa
acerca de quién está más o menos sobrevalorado, si la acción de ciertos
movimientos sociales o la capacidad de arrastre y representación del
sindicalismo confederal. Esta es una
controversia inútil y no conduce a nada positivo. Además, se corre el riesgo de
entrar en una logomaquia de separación
y no de confluencia.
Todo indica que no será fácil el diálogo entre el
sindicalismo y una serie de movimientos, pero al menos es exigible que se haga
bien, en condiciones. Sin gratuitas concesiones, por supuesto. Pero siempre buscando puntos de encuentro. Mala cosa la de buscar quién mea más largo.
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