Tras la ruptura de las negociaciones sobre la reforma de la negociación colectiva el Gobierno se dispone a decretar la última palabra, esto es, la moderna versión del “Roma locuta causa finita”, que podríamos traducir libremente por “hablo Blas, punto redondo”.
El caso es que nos hemos acostumbrado tanto a la intervención gubernamental que todavía no he visto que nadie –presento mis disculpas si, desde mi desinformación, me equivoco— razone que, al menos en esta ocasión, se está dinamitando la autonomía de las partes, una de las vigas fundamentales de las relaciones laborales. Esta es una técnica nefasta que se está imponiendo desde hace ya algún tiempo, y que en mi parecer no está suficientemente analizada por los sindicalistas y los operadores jurídicos. Lo chocante del caso es que en tales técnicas está implicado un gobierno, en cuya bandera han figurado notables iuslaboralistas y filósofos del Derecho.
La autonomía de las partes es –o debería ser visto— como un derecho-deber en el que no puede entrar ningún sujeto externo al universo de las relaciones laborales. Por decirlo con palabras de Norberto Bobbio (un filósofo del Derecho alejado de cualquier tipo de extremismos) es un “terreno vedado”. Y, para mayor abundancia argumental, tal técnica invasora irrumpe en ese escenario –incluso vedado a los poderes del Estado- de lo que está prohibido como “convención democrática, acerca de lo que es indecible para cualquier mayoría”, en palabras de Luigi Ferrajoli.
En esas condiciones lo que está en entredicho realmente es la libertad sindical, el intento de fomentar sujetos subalternos, la quiebra del Derecho del Trabajo y, como fuente de todo ello, la marginación de la filosofía del Derecho.
Así pues, “para el que quiere dominar no hay mayor fidelidad ni vínculo sagrado alguno”, tal como dejó escrito Ennio en tiempos muy antiguos. De ello se desprendería, también en este caso, algo que sentenciara sabiamente un gobernante de derechas, también en viejas calendas: “No hay género de injusticia peor que la de quienes en el preciso momento en que están engañando simulan ser hombres de bien”.
Radio Parapanda. LA LIBERTAD SINDICAL COMO DERECHO FUNDAMENTAL Y UN APUNTE SOBRE LA SITUACIÓN ACTUAL DEL SINDICALISMO ESPAÑOL
El caso es que nos hemos acostumbrado tanto a la intervención gubernamental que todavía no he visto que nadie –presento mis disculpas si, desde mi desinformación, me equivoco— razone que, al menos en esta ocasión, se está dinamitando la autonomía de las partes, una de las vigas fundamentales de las relaciones laborales. Esta es una técnica nefasta que se está imponiendo desde hace ya algún tiempo, y que en mi parecer no está suficientemente analizada por los sindicalistas y los operadores jurídicos. Lo chocante del caso es que en tales técnicas está implicado un gobierno, en cuya bandera han figurado notables iuslaboralistas y filósofos del Derecho.
La autonomía de las partes es –o debería ser visto— como un derecho-deber en el que no puede entrar ningún sujeto externo al universo de las relaciones laborales. Por decirlo con palabras de Norberto Bobbio (un filósofo del Derecho alejado de cualquier tipo de extremismos) es un “terreno vedado”. Y, para mayor abundancia argumental, tal técnica invasora irrumpe en ese escenario –incluso vedado a los poderes del Estado- de lo que está prohibido como “convención democrática, acerca de lo que es indecible para cualquier mayoría”, en palabras de Luigi Ferrajoli.
En esas condiciones lo que está en entredicho realmente es la libertad sindical, el intento de fomentar sujetos subalternos, la quiebra del Derecho del Trabajo y, como fuente de todo ello, la marginación de la filosofía del Derecho.
Así pues, “para el que quiere dominar no hay mayor fidelidad ni vínculo sagrado alguno”, tal como dejó escrito Ennio en tiempos muy antiguos. De ello se desprendería, también en este caso, algo que sentenciara sabiamente un gobernante de derechas, también en viejas calendas: “No hay género de injusticia peor que la de quienes en el preciso momento en que están engañando simulan ser hombres de bien”.
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