domingo, 28 de agosto de 2022

Ese cretino Ministro de Cultura


El inculto Ministro de Cultura de Ucrania está metiendo el remo en el corvejón, vale decir que está meando fuera de tiesto. Se llama Oleksandr Tkachencko, periodista de profesión. Este caballero, queriendo o sin querer está creando problemas –lo sepa o no lo sepa su gobierno— a la justa causa ucraniana de respuesta a la invasión de los hijos de Putin. El ministro es, además, reincidente. Primero abogó por unas listas negras que impidieran que los turistas rusos viajaran por el mundo; después, viene insistiendo en un boicot mundial a la cultura rusa en los cuatro puntos cardinales de la rosa de los vientos: se trata de cancelar a literatos como Puskin, los dos Tolstoi y Chejov, a los músicos  Tchaikosky y Rimsy Korsakov, y todos ellos acompañados de centenares de figuras gloriosas de la cultura rusa. No podría citarlos a todos.

La pregunta es: ¿de dónde ha sacado el pintoresco ministro tan estúpida, necia y contraproducente propuesta? ¿Quiénes en el gobierno ucranio comparten esta mayúscula esperpencia? Antecedentes hay, desde luego, de esta idiotez: Beethoven y Wagner fueron prohibidos en algún que otro país por su lugar de nacimiento.

La idea, en cualquier caso, sugiere que la mentalidad del ministro es aproximadamente iliberal. Pero, a la vez, es contraria a los intereses del pueblo ucranio. Porque aleja de la solidaridad con Ucrania a la oposición rusa, durísimamente represaliada por Putin; abriga sospechas de xenofobia por parte del gobierno de Zelensky en la opinión pública de Occidente; y es una interferencia para que se mantenga la ayuda y solidaridad con la causa ucraniana. Por último, este ministro está dando argumentos a ese sector de la «izquierda desnortada» (la expresión es de Lluis Rabell, siempre dispuesta a confundir el culo con las cabañuelas.

Y, ya puestos, busco entre mis discos un Boris Godunov, toda cantada en ruso, la lengua del excelso poeta Maiakovsky que tradujo primorosamente al catalán mi amigo Quim Horta, también poeta. O sea, que no decaiga la solidaridad con Ucrania. 


(En la foto, mi amigo Joaquim Horta, poeta).  

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