jueves, 5 de mayo de 2022

Sindicalismo: palabras y hechos


 

Los hechos son los siguientes: los datos del mes de abril indican que por primera vez en la historia de España el empleo supera los veinte millones; también, esto lo da una importancia cualitativa, de las nuevas contrataciones 700.000 son fijos, esto es un 48,2 por ciento. Así pues, amalgama de cantidad y calidad. De manera que es obligado recordar las homilías jupiterinas de no pocos agoreros, licenciados de mostrador de chigre, subvencionados o motu proprio que insistieron en la falaz vulgata de que un incremento del salario mínimo implicaría la destrucción de puestos de trabajo. La patronal tampoco dio cuartelillo, uniéndose a las zahúrdas contrarias a la elevación del salario mínimo.

Antes había sonado el mismo discursillo, sobado desde la noche de los tiempos, toda reforma que demanden los sindicatos, apoyados por la izquierda, es así mismo, un freno a la creación de empleo. Comoquiera que la CEOE era parte integrante de dicha reforma, los puntapiés de las derechas –mesetarias y periféricas--  fueron más leves.

Digámoslo con contundencia: en esta nueva realidad –de importancia cualitativa y cuantitativa, repetimos intencionadamente— el sindicalismo confederal español ha estado a la altura de las responsabilidades que se le exigen. Se trata de una importancia que va más allá de la modesta capacidad de autovaloración del sindicalismo sobre la obra realizada en torno al empleo. Los datos de empleo del pasado mes de abril exigen  mayor pompa por parte del sindicato que sigue siendo demasiado austero ante sus conquistas y realizaciones.

En consecuencia, el sindicato podría decir que a pesar del chillerío de la política, de las propuestas de  inútil vuelo gallináceo de las derechas, en España hay una novedad: más y mejor empleo, a pesar de que la situación  económica tiene sus claroscuros. Decirlo, todavía más fuerte, porque hay quien todavía sostiene que no es cierto que el cuadrado de la hipotenusa es igual que la suma de los cuadrados de los catetos. La negación de este enunciado es, sobre chispa más o menos, lo que regüelda la señora Ayuso frente a Feijóo que ha olvidado el enunciado del famoso teorema.

«Facta non verba», dijo Virgilio. Vale. Pero es preferible decir «verba et facta», o sea, «palabras y hechos». Porque desde la palabra el sindicato construyó los hechos indiscutibles de la relación entre la reforma laboral y la creación de estos nuevos contratos de trabajo indefinidos. (Allá Virgilio con sus melindres).  


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