sábado, 31 de marzo de 2018

Más tretas del independentismo





Isabel García Pagán (La Vanguardia) es una periodista suficientemente informada de los intríngulis de la política catalana. De hecho ha sacado a la luz pública lo que se dice en las covachuelas políticas y en los lavaderos institucionales. Es una crónica que debería ser leída despaciosamente (1). Una síntesis apretada del artículo de García Pagán: las dificultades para proceder a la investidura del presidente de la Generalitat se han complicado por una novedad que, en principio, no estaba en el guión. Los abogados de Jordi Sànchez aprietan para que se mantenga su candidatura. Quieren aprovechar la resolución del Comité de Derechos Humanos de la ONU que no ve impedimento para que Sànchez pueda presentarse a la investidura. En resumidas cuentas, que –según las prácticas del rabuleo--  hay que sacar tajada de dicha resolución. Nada que objetar a que los letrados utilicen todos los resquicios habidos y por haber para la tutela de sus defendidos. El Derecho no es una línea recta sino una geometría fractal que nada tiene que ver con la que ideó Euclides.

Nos dice García Pagán que la expresión más usada por los líderes del soberanismo mayoritario es: «Los abogados nos dicen…». O sea, que los políticos independentistas dan por buena la interferencia de los abogados para la defensa de un cliente en un asunto que, en su vertiente política, debería incumbir sólo y solamente a la política. De manera que la solución al problema de la investidura va ahora de Anás a Caifás. Del Anás del juez campeador al Caifás de los abogados de Jordi Sánchez. Con lo que se agrava la cosa: los que pueden hacer la investidura no quieren y los que la quieren no pueden. Todo un equilibrio de impotencias que al final lo paga quien menos responsabilidades tiene en ello, a saber, millones de personas. En el fondo, quienes podrían hacer la investidura sólo desean acumular agravios, sus contrarios se limitan a constatar una impotencia al baño María. 


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