miércoles, 29 de marzo de 2017

Mariano Rajoy en Barcelona. Sin novedad en el frente

«Piteas se burlaba de Demóstenes, hijo de Demóstenes, diciendo que sus reflexiones olían a mecha de lámpara porque aquel se pasaba toda la noche en vela, pensando y aprendiéndose lo que iba a decir cuando se presentara ante los atenienses». Son palabras de Claudio Eliano (175--235) en Historias curiosas. Libro VII, 7ª.

Según parece el olor de los discursos del Demóstenes Chico era similar al de Mariano Rajoy. Olor de aceite rancio. Por supuesto, es lo que esparce su intervención ayer en Barcelona ante lo más granado del parné, chanel número cinco.

Rajoy ofreció millones para infraestructuras. De esa manera entiende que puede abrirse una negociación –o algo por el estilo--  para resolver el enconado conflicto catalán. El problema es que dicho conflicto ya no es esencialmente económico. Es, guste o no, de naturaleza política. En el inmovilismo del Partido Popular está fundamentalmente la raíz más inmediata del pudrimiento de la situación. Que se va agriando exponencialmente. Por lo que la oferta de Rajoy ya está fuera de fase. Lo que no quiere decir, naturalmente, que se exija la puesta en marcha de tales infraestructuras.

Repetimos, el conflicto es político. Y, como tal, es visto por centenares de miles de personas en Cataluña. Que dicha situación esté siendo aprovechada de manera artera por la política secesionista no contradice lo anterior. De ahí que sostengamos que el discurso de Rajoy esté desubicado de lo que está pasando en Cataluña. El olor a aceite rancio es incapaz de avanzar hipótesis de solución. Por lo que o las propuestas son de naturaleza eminentemente política o las espadas del esencialismo de los romanos y los cartagineses seguirán en alza. La discusión, así las cosas, se mantendrá como una gigantesca querella entre el fuero y el huevo. O lo que es lo mismo: el litigio entre esencialismos a la búsqueda de quien la tiene más larga.


Propuestas políticas. Que propongan una radical reestructuración administrativa, política e institucional del Estado. Estableciendo programas, itinerarios y tiempos de ejecución. Buscando, de momento, una mejor conllevancia. Porque la base del conflicto no se resolverá en muchos, muchísimos años.  Decir lo contrario es engañar al personal a sabiendas y queriendas.  

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