lunes, 27 de marzo de 2017

El PSOE: tres dirigentes, tres actos (discordes y acordes)

El socialismo español tuvo ayer tres capitales: Madrid, Burjasot y Torrelavega. En esos tres actos, los tres aspirantes a gobernar el PSOE lucieron su palabra, sus bríos y, unos más que otros, sus decorados. Madrid, exhibición de apoyos de alto copete; Burjasot, caricias a la militancia; Torrelavega o la austeridad de un candidato que no pierde las esperanzas. Susana, la Enviada de Felipe González en la Tierra. Pedro Sánchez, el aparentemente deseado por las corrientes críticas. Patxi López, persona educada de quien, al menos en público, no se le conoce una palabra más alta que otra. 

¿Novedades? Siendo exigentes con la lectura de los tres actos podemos (y debemos) decir que ninguna. Si lo somos menos mencionaríamos la propuesta de López: la realización de un debate a tres. Que este planteamiento favorezca a López (el menos favorecido por los hados) no quita que parezca necesario. Porque lo que ocurra –o deje de ocurrir en el socialismo español--  no es irrelevante. Por ello, me atrevo a sugerir que debería ser la Gestora quien debería auspiciar esa iniciativa. Al menos de esta manera podría esquivar la suspicacia de quienes, que no son pocos, le suponen un favoritismo indisimulado por la candidata sevillana.

Y, al menos (en teoría), los llamados a votar en estas primarias tendrían datos substanciosos de lo que piensan los jefes de fila. Porque, francamente, se sabe de los tres solamente lo que sus parciales les atribuyen. Sobre una serie de cosas de menor importancia. Entiendo por «datos substanciales», como mínimo, los siguientes: a) ¿de qué manera la socialdemocracia europea sale de las aguas pantanosas en las que se encuentra; b) ¿de qué modo se reconstruye esta Europa, que se encuentra en un proceso de achicamiento acelerado. Y a partir de ambas consideraciones: ¿qué PSOE y qué izquierda necesita España? Lo que también implicaría de qué manera pretenden abordar la cuestión catalana.

De hecho, la respuesta a tales interrogantes es una deuda que el PSOE –también, por supuesto, los tres candidatos--  deben a la ciudadanía. Tres dirigentes que intentan resolver la cuestión desde una posición que se nos antoja de tradicionalismo nacionalista, esto es, haciendo abstracción de los vínculos que la política española tiene con los procesos de reestructuración e innovación en curso, en el mundo real de la globalización.

Sabemos que nada de ello se dijo en Madrid, Burjasot y Torrelevega. Allí primó la arenga. Sólo el grito endogámico en torno al PSOE, dejando de lado en qué contexto se encuentran sus dificultades. Allí se entendió que era el momento de la agitación, del fervor de los suyos. Ni una sola pista para apuntar por qué el gradual declive –en España y Europa--  en los momentos de la mayor tempestad económica, social y política. Es más, ninguno de los tres nos han dado un anticipo de qué piensan hacer si ganan. Ni del futuro imperfecto que nos aguarda.  Sin embargo, nos han dicho –unos más que otros--  algo que es preocupante: «Revindicar el socialismo de siempre»  (1).  Es lo que yo me temía en mi visita a Bilbao, una ciudad magnífica que ha sabido conjugar armónicamente la tradición y la modernidad, la sabia opinión del filósofo de Ocata.

Paco Rodríguez de Lecea recuerda que: «Reivindicar en estas circunstancias el socialismo “de siempre”, sirve de poco. Lo cierto es que, de siempre, el curso fluvial del socialismo español ha sufrido desapariciones prolongadas, ha recorrido meandros tortuosos, ha cerrado pactos dudosos y ha predicado, en función de por dónde soplaba el viento, hoy una cosa, mañana la contraria. Proclamar desde la megafonía de los medios que “somos los mismos de siempre, y lo seguiremos siendo”, quizá no sea la fórmula idónea para convencer a un electorado bastante escamado». 

En resumidas cuentas, es también preocupante que el hilo conductor de los tres actos y sus tres dirigentes sea eso: el socialismo de siempre. Aunque, para no provocar a los letraheridos, es más adecuado decir de casi siempre. 

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