lunes, 18 de julio de 2016

¿Empoderamiento, dice usted?




Hay palabras que durante un cierto tiempo se usan a mansalva, vengan a cuento o no. Por lo general su uso tiene una biografía brevísima: unos pocos meses, y de pronto desaparece espectacularmente del léxico de aquellos que no se separaban de ella. Pongamos por caso que hablo de la palabra «empoderamiento». Hizo fortuna en un sector del mundo académico y, de ahí, pasó a los movimientos sociales, a algunos partidos de izquierda y, por supuesto, a Podemos. Como suele suceder se utilizó más que se entendió.

Sin embargo, desapareció de la noche a la mañana. O sea, al revés de aquella primavera machadiana que «ha venido y nadie sabe cómo ha sido». Me imagino que habrá sesudos lexicógrafos capaces de explicar el vértigo de ciertas palabras: aquellas que llegan de sopetón, se usan torrencialmente y, en un plis plas, se van con su uso a otra o ninguna parte. En el caso de la jerga política la explicación de ciertas breves biografías de las palabras está ligada, me imagino, a otros elementos que van más allá de la sociolinguïstica: a las coyunturas, a la importancia del sujeto que la utiliza o, tal vez, a la voluntad política y cultural de mantener y robustecer el concepto de la palabra en cuestión, en este caso particular «empoderamiento». Y se deja tirada cuando ya no conviene, sea por razones de sobrevenidad ´respetabilidad´ o por otras contingencias.

Por eso, un servidor podría decir que cuando aprendí a deletrearla me la hicieron desaparecer. De hecho, el único que la mantiene –y por lo general con tino --es mi amigo Paco Rodríguez de Lecea.  No es de extrañar porque Paco nunca usa la sintaxis en vano.


También la la palabra «fistro» ha desaparecido de las tabernas y las talabarterías; su potente impacto estuvo ligado a la vida pública del gran Chiquito de la Calzada. Pero el genial caricato malagueño no pretendió, que nosotros sepamos, darle un contenido político a sus palabros. Que es cosa bien diferente a los que exportaron lo del empoderamiento. Pero si ya apenas se usa empoderar –significante y significado--   algo preocupante podría estar pasando. Tal vez, el fracaso parcial del lenguaje de esa política que quiere ser nueva.  O, quién sabe, cuando se usaba y abusaba esa voz lo que se estaba lanzando era un anzuelo. Pero eso son suposiciones veraniegas de un servidor. 


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