jueves, 28 de marzo de 2013

EL ACOSO A LOS MOVIMIENTOS SOCIALES


4 notas incompletas


1.                Nada hay nuevo bajo el Sol: el acoso que, desde diversos frentes, están recibiendo los movimientos sociales es tan antiguo como el andar a pie. Ahora tiene su máxima expresión en el brutal ataque a la plataforma contra los desahucios a la que, desde la derecha política y sus proveedores, se la quiere poner en el círculo del terrorismo etarra. No son insinuaciones sino acusaciones directas que vienen desde la alturas del Partido Popular: la más conspicua ha sido la de esa Cifuentes, delegada del Gobierno en Madrid. A continuación, el batallón de opinantes de cabecera han puesto en marcha una soez campaña que denigra a los representantes de la PAH, especialmente a Ada Colau. La campaña se ha recrudecido tras el reciente dictamen del Tribunal de Luxemburgo, que lamina la antañona e injusta Ley Hipotecaria española.

2.                Lo cierto es que la política instalada siempre miró con el rabillo del ojo a los movimientos sociales. Nunca estuvo cómoda con ellos. Por varias razones: A) porque su misma existencia –los motivos de su génesis y posterior desarrollo—ponían en entredicho, y siguen haciéndolo, la actividad de una política que se desentiende de los problemas materiales del común de los mortales; de unos problemas que surgen, además, por decisiones perversas de esa misma política instalada. B) porque esa política entiende como una interferencia a su monopolio la actuación de los movimientos sociales, cuando estos actúan de manera independiente. La política instalada sólo admite aquellos movimientos que son los correveidiles y tiralevitas de ella, esto es, cuando son sus ventrílocuos.

3.        Sin embargo,  el ataque contra la PAH tiene otra naturaleza: ahora es percibida como el «enemigo» por el Partido Popular; ya no es visto como una interferencia sino como un firme contradictor de una situación injusta que se confronta con los poderes económicos de la Banca y de su acólito político. Así pues, hay que achacarle el infundio de su partencia al «eje del mal». Y altaneramente, a través de los medios que le son adictos, el Partido popular parece exigirles: ¡Probad que no sois de ETA! Y hasta es posible que algún vociferante subsidiado –tiempo al tiempo--  afirmará que los jueces del Tribunal de Luxemburgo son, igualmente, agentes durmientes de la banda terrorista.

4.        Una última consideración: no hay que ponerse nerviosos, pues la brutal reacción contra la PAH no se habría producido si ésta no estuviera defendiendo a la pobreza laboriosa. Calma, y a seguir con la tarea. Por mi parte, seré uno más en la fiesta que la PAH de Pineda de Mar celebrará a finales de Mayo. Primero en solidaridad con su trabajo; segundo como repulsa a la indigna conducta del Partido popular.   

    

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