lunes, 24 de septiembre de 2012

Catalán, español, europeo, ciudadano del mundo global, pero no nacionalista de ninguno de tales ámbitos, del último en todo caso




 Isidor Boix

Así es como me siento y parece que lo que está pasando obliga a afirmarlo. Quiero empezar manifestando, querido José Luis,  mi positiva sorpresa no sólo por tu blog y lo en él manifestando al respecto, sino por lo expresado, en un ámbito menos público, por amigos catalanes de izquierdas con un talante claramente catalanista, pero que después de este 11 de septiembre de 2012 sienten la necesidad de expresar su distancia de un fundamentalismo que parece extenderse, o de legítimos sentimientos manipulados o capitalizados por CiU.

Las dos guerras mundiales, las crisis de los Balcanes, la Liga Norte de Italia, las extremas derechas de Francia, Holanda, Austria, Finlandia, …, ETA más cerca, son expresiones del superior valor que sectores de los pueblos afectados parecen atribuir a los colores de un trozo de tela convertido en bandera, que a la vida de una o de miles de personas, o a los idiomas más como instrumento de confrontación que de comunicación.

Entristece viendo como se desprecia o menosprecia al diferente, nacido en otros puntos de España, o en otro país, al de distinto color y/o religión, al que incluso se le atribuye la responsabilidad de nuestros males individuales o colectivos. Una fácil solución que estimulan precisamente algunos de los responsables de estos males o de la incapacidad para hacerles frente colectiva y solidariamente.

Y todo ello en el mismo momento de las dramáticas manifestaciones del fundamentalismo islámico en la supuesta defensa de sus respetables mesías, religión y tradiciones, que dicen agredidos por un video o unas caricaturas. O de las masivas manifestaciones en China, no en defensa de las libertades del pueblo chino, sino de unos islotes como nuestro Perejil, agrediendo a los símbolos del pueblo nipón y a ciudadanos y empresas niponas en suelo chino. En definitiva, de nuevo los fundamentalismos como cortinas de humo que ocultan muy serios problemas individuales y colectivos de los pueblos.

Y como de sentimientos se trata, me permito referirme a los que me llevan a estas reflexiones  y actitud. Son resultado supongo de la formación recibida de mis padres, de las escuelas y de la vida, entre ellas de lo vivido en los distintos puntos de España en que he residido, Barcelona y Madrid principalmente, pasando por París y Leipzig. Y de lo que creo haber aprendido en mi trabajo sindical que me puso en relación directa, sobre todo desde 1970, con trabajadores de numerosas empresas, primero de Cataluña, después de España, y más recientemente de países del Este y del Oeste, del Sur y del Norte, de nuestro mundo cada vez más pequeño, más global.

Habiendo comprobado la existencia de intereses corporativos de país y las dificultades para la síntesis solidaria de los mismos en ámbitos más amplios, como debería ser, como es, la responsabilidad de las organizaciones sindicales supranacionales, entristece ver como algunas de nuestras organizaciones sindicales parecen estar reduciendo el ámbito de la solidaridad, y por tanto de la acción sindical y de la negociación colectiva, a parcelas más reducidas, contribuyendo a alimentar las cortinas de humo a que antes me refería.

Querido José Luis, sólo quería dejar constancia de mi posición en confusos momentos como los actuales acogiéndome a tu blog, un tan interesante espacio de intercambio de ideas y de reflexión.  


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