La edad media de los afiliados
al PSOE es de sesenta años. Lo dice Enric Juliana
en su artículo en La Vanguardia del lunes. Habrá que convenir que es una media
un tanto elevada y, por lo pronto, un tantico preocupante. De no corregirse, el
PSOE puede encontrarse con un problema no irrelevante, porque ese gremio inquietante
de los demógrafos insiste en que cada año que pasa echamos en nuestras espaldas
un bártulo de doce meses más. Primera consideración: el abrumador resultado de
las primarias, que ha repuesto a Pedro Sánchez en
la secretaría general, no ha sido la alocada decisión de una militancia
inexperta. Segunda consideración: con todo, el PSOE debe prestar atención a la
estructura de edad de sus militantes con la idea de invertir la tendencia.
No es posible, mi entender, un
proyecto sin enmarcarlo en lo inmediato y en el futuro más o menos cercano. En
ese trayecto la preocupación por el rejuvenecimiento de la organización parece
decisiva, fundamental. Porque un partido de sesentones tiene muchos
inconvenientes. Ya lo hemos dicho más arriba: los que se desprenden de las
leyes que enseñan los demógrafos.
La pregunta es: ¿están al tanto
de esas leyes el conjunto del asociacionismo español y europeo?
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