miércoles, 15 de julio de 2015

El gran estratego y el «pitufo gruñón»



Primero. La Europa de los grandes capitales ha derrotado al gobierno griego. Se trata de una derrota política, cuyas consecuencias más directas las pagará el pueblo griego y muy especialmente sus sectores menos favorecidos. Sin embargo, entiendo que esta victoria de los grandes capitales no resuelve ningún problema, al menos aquellos que pretendía, de boquilla, resolver.

Ahora bien, siendo el gobierno griego, Syriza y los sectores menos favorecidos los derrotados, la gran derrotada –por el momento, un momento que nos podemos predecir su duración--  ha sido la Europa social. Ciertamente, Tsipras y Syriza están obligados a hacer un examen de lo que ha ocurrido. Pero la Europa social no pude no dejar de hacer su propia reflexión. Si, en cambio, afirma que “eso no va conmigo”, aumentará su probada estupidez y su proverbial ceguera. Porque ---¿cuántas veces habrá que repetirlo?— la Europa social ha sido derrotada sin paliativos. En realidad, era ella la que estratégicamente estaba en el punto de mira de los grandes capitales. Grecia ha sido el pretexto. Una política francesa ha sido quien ha remachado el clavo con la más dura afirmación: «No podíamos permitir que Syriza fuera la CGT [el histórico sindicato francés] de Europa».

Lo cierto y verdad es que las izquierdas europeas han estado a la altura del betún. Unas se han contagiado de la única verdad propuesta por los grandes capitales; otras ni siquiera se han atrevido a poner en marcha potentes movilizaciones de masa en sus propios países de apoyo a los griegos. Ha habido, eso sí, manifestaciones de cuatro y el cabo y alguna que otra declaración de apoyo. Y para rematar la astracanada alguien clamó demagógicamente: «Alexis, aguanta, que vamos llegando» cuando todo el pescado estaba ya vendido. Y sin falta a esa cita también estuvieron chicoleando, como funambulistas quienes pretendían dar lecciones a los griegos.

Estas izquierdas de campanario también han sido derrotadas, aunque sería más acertado decir que vienen paseando su poquedad desde hace no poco tiempo.

Pero caído el viejo Sísifo, hay que pensar en que un joven Sísifo se vuelva a levantar. Según los clásicos ese es su constante quehacer.

Segundo. Si las izquierdas españolas reconocen que, tras el estrangulamiento de Grecia, también han sido derrotadas propiciaria el inicio de una nueva caminata. Siempre y cuando ese reconocimiento estuviera acompañado por unos hechos radicalmente nuevos en lo atinente a las relaciones de los unos con los otros. Así pues, deben reconocer que ahora –ahora mismo, se entiende--  son más débiles que hace una semana. Los acontecimientos griegos han debilitado, al menos momentáneamente, al gran estratego y al pitufo gruñón.  Y la derecha española tiene unas bases retóricas para seguir acollonando al personal, exhibiendo su parte de responsabilidad en la derrota griega.  Estas son, desgracidamente, las variables de la nueva situación. Si el gran estratego no toma buena nota de ello es que todavía sigue en Primero de Laclau. Porque es el principal afectado y perjudicado.

Parece, por tanto, apropiada una pregunta: ¿esta nueva situación no aconseja una reconsideración de la postura del gran estratego sobre las elecciones que están a la vuelta de la esquina? Lo ideal sería –dispensen que siga chocheando--  que Podemos propicie una gran coalición de las fuerzas de izquierda que se autocalifican de alternativas. No se trata de generosidad ni humildad sino de puro realismo, de haber entendido las variables que ha introducido en la política española la nueva situación griega. O lo entienden esos retóricos que no paran de hablar ni siquiera debajo del agua o cabe la fundada hipótesis de que serán penalizados en las próximas elecciones.

Y si no es posible esa gran operación se somete al criterio del gran estratego y del pitufo gruñón otra posibilidad: el diseño de unas relaciones de cara a la campaña electoral de tipo no antagonista, sino emulador. E incluso de tipo complementaria, esto es, de sumar esfuerzos. ¿Ingenuidad? De ninguna de las maneras: sería el reconocimiento de que cada vez que se ha practicado la técnica de mors tua vita mea el resultado ha sido la agonía de todos los contendientes. Llámese para corroborarlo a los teléfonos de los que están en el cementerio.


Radio Parapanda.--  Cambio de tercio. Con estas extremosas calores quisiera recomendar a los amigos, conocidos y saludados –ya sean podemitas o pitufos gruñones— la lectura de una gran novela. Su autor es un viejo conocido, Justo Navarro (en la foto de arriba), de granadina natío; el título, Gran Granada, editada por Anagrama.  Lo diré sobriamente: palabras mayores.



1 comentario:

Cristóbal Pasadas dijo...

Pues nada, amigo, lo leeremos 'a cosica hecha' y aquí debajo de Parapanda; más exactamente a la sombra del tajo de la Cobija, camino de la fuente de Don Pedro. Gracias.