martes, 26 de febrero de 2013

LA «REFUNDACIÓN DEL SINDICATO»


Hace  meses que Fernández Toxo planteó la necesidad de «refundar el sindicato». Y precisamente ayer publicábamos en este mismo blog un artículo del amigo Riccardo Terzi, dirigente del Sindicato de Pensionistas de la CGIL, orientado en la misma dirección: La representación sindical como conflicto en el espacio democrático, donde nos hablaba que este era un proyecto de Antonio Pizzinato durante su breve mandato como secretario general de la confederación italiana. La necesidad de un proyecto tan ambicioso se explicaría, a mi entender, por los siguientes motivos: 1) el paradigma ha cambiado radicalmente desde mediados de los años ochenta del siglo pasado donde el viejo fordismo ha ido derrumbándose; 2) la incesante reestructuración-innovación de los aparatos productivos; 3) la acelerada globalización… Todo ello ha generado una serie de novedades en el trabajo (o más bien los trabajos), en la condición asalariada y en las necesidades del conjunto asalariado. Más todavía, los ataques sistemáticos contra el universo de los derechos sociales y la ofensiva contra el Estado de bienestar exigen, además y sobre todo, la «refundación del sindicato» que en su día reclamara Pizzinato y que, en estos momentos, demandan Toxo y Terzi.

 

Al menos para nosotros, españoles, esa gran operación nos coge en un momento adecuado: una envidiable unidad de acción sindical, una considerable estabilidad en las estructuras sindicales y los importantes procesos de movilización en curso. Es, pues, un momento oportuno para empezar los pespuntes de ese proyecto. En lo atinente a CC.OO. la cosa parece, también, de lo más oportuna: se trataría de ver qué indicios y apuntes existen en lo aprobado en el reciente congreso para ir, gradualmente, refundando el sindicato.

 

En todo caso, y como golpes de brocha gorda, me planteo los siguientes interrogantes.

 

n       ¿Es posible un proyecto de esta envergadura que no contemple, a su vez, la «refundación» de las estructuras sindicales supranacionales?

n       ¿La refundación implica unas nuevas formas de representación dentro y fuera de los centros de trabajo?

n       ¿La refundación exigiría un golpe de timón en los objetivos y características de la negociación colectiva y las políticas de concertación?

n       ¿Esta ambiciosa operación debería reflexionar y proponer nuevas formas del ejercicio del conflicto social, no alternativas a las tradicionales sino complementarias?

 

 

Y, por último, en estos golpes de brocha gorda: ¿no sería de obligada referencia un debate a calzón quitado sobre las características del dirigente sindical? Esto es, de qué manera accede a los puestos de responsabilidad. Reconozco que este es un tema que no concita muchas amistades, pero resulta que la propuesta es «refundar» el sindicato, y esto –parece claro— son palabras mayores. Y palabras mayores son, de igual modo, que todas las variables que compongan la función del refundar sean compatibles entre sí. Porque, como alguien ha dicho, un proyecto no es un zurcido de retales.

 

Doy por sentado que la refundación de la ciudad confederal no es coser y cantar, ni tampoco se hace en un plis plas. Es un proceso no lineal, con sus avances y tartamudeos, que siempre debería contar con la correspondiente verificación en su itinerario, aplicando el viejo método de acierto y (corrección del) error.

         


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